La industria alimentaria española volvió a batir récords en 2016 con una facturación de 96.400 millones de euros, un 1,3 % más que el año anterior, subida que se explica por el buen momento que viven las exportaciones.
Así se desprende del informe económico anual presentado hoy por la patronal del sector (FIAB), que revela que las ventas al exterior de la industria alimentaria se dispararon un 8,4 %, hasta suponer 27.500 millones de euros.
El crecimiento de los ingresos de la industria alimentaria en cerca de 1.500 millones de euros el pasado año se corresponde exactamente con el aumento de las exportaciones, mientras que las ventas a nivel interno se mantuvieron estancadas.
De cara a 2017, las previsiones de FIAB apuntan a un nuevo ejercicio positivo, ya que en los primeros meses del año las ventas al exterior se han incrementado en torno a un 11 %.
Los responsables de la patronal han destacado el comportamiento anticíclico mostrado por el sector, que antes de la crisis económica facturaba unos 86.000 millones de euros, 10.000 menos que ahora, y se han mostrado confiados en que España supere antes de 2020 a Italia y Bélgica para colocarse como cuarto país comunitario que más factura por la exportación de alimentos y bebidas.
Vender fuera para compensar
“Como la población en España desciende, el número de bocas a alimentar también decrece (…) Eso se refleja en la salida a los mercados externos para compensar la caída del consumo”, ha explicado el director general de la Industria Alimentaria, Fernando Burgaz.
Por países, Francia (4.361 millones de euros), Italia (3.418) y Portugal (3.126) son los principales destinos de las exportaciones alimentarias españolas, con China como uno de los mercados que más crecieron.
La carne y productos del cerdo (4.421 millones de euros), el aceite de oliva (3.366), el pescado y las conservas (2.905) y el vino (2.745) son las categorías más vendidas fuera, aunque se registraron aumentos relevantes en conservas vegetales, dulces, productos lácteos y aceitunas.

Burgaz ha reconocido que la tradición de vender a granel aceite de oliva y vino español hace que el precio de las exportaciones de ambos sea relativamente bajo, una tendencia que en su opinión ya está cambiando gracias a la cada vez mayor salida a otros mercados de productos embotellados, con marca y etiquetados.
Además, ha destacado el peso de la industria alimentaria en la economía española en general, que ya equivale al 3 % del PIB y al 21 % de la industria manufacturera, así como a nivel de empleo, con 478.500 empleos directos (9.500 puestos de trabajo más que en 2015).
Objetivo: ganar dimensión
El director general de FIAB, Mauricio García de Quevedo, ha recordado que el sector lo componen 28.000 compañías y que su objetivo es situar a alguna de ellas entre las 25 primeras a nivel europeo, un logro que sería “importante” por su efecto locomotora a nivel de crecimiento.
García de Quevedo ha situado ganar dimensión como uno de los grandes retos de la industria alimentaria española, y se ha congratulado de que el número de empresas grandes, medianas y pequeñas aumentara en 2016, frente al descenso registrado en las más pequeñas (con menos de nueve trabajadores).
El director general de Analistas Financieros Internacionales (AFI), David Cano, ha resaltado por su parte los buenos datos previstos a nivel macroeconómico tanto a nivel europeo como mundial, con España como uno de los países más destacados.
Interrogado sobre la mejora del consumo interno y el contraste con la caída del gasto en alimentación, Cano ha atribuido el repunte del gasto en el hogar a la compra de bienes duraderos, que son los que más se resintieron durante la crisis.