Un año y medio lleva Sira López, española de 28 años, disfrutando del amor a la mexicana. Vivir en México D.F. le ha cambiado la vida, dice. Nos adentramos en su experiencia para descubrir por qué.
“Básicamente, por amor”. Es la respuesta de esta española cuando le preguntamos por qué decidió trasladar su residencia a México D.F.. Sira López, la protagonista de esta historia, comienza por el principio, explicando la razón que la empujó a estar donde está: “Mi novio se venía aquí a trabajar y yo me vine con él”, comenta tajante.
Más de un año lleva fuera de España, en un destino del que, nos dice, conocía “un poco a su gente” -en el Erasmus convivió con mexicanas-, “un poco la gastronomía -y digo un poco porque luego te das cuenta de la cantidad de platos que ni sabias que existían-” y “dónde estaba situada la Riviera Maya”. “Por desgracia, también conocía la corrupción que se vive en el país y los problemas con el narcotráfico”, añade.
De la mano de su novio y en busca de nuevas oportunidades laborales aterrizó en México y encontró justamente lo que andaba buscando: trabajo. Ahora dedica parte de su tiempo a trabajar “en el área de marketing de perfumes y cosméticos para Dior” y los días libres a conocer este destino del que destaca “lo diferente y grande que es. Siempre te permite descubrir cosas nuevas”.
“De México destaco lo diferente y grande que es. Siempre te permite descubrir cosas nuevas”
Cosas, por ejemplo, como “Tulum, Chiapas, San Miguel de Allende, Barrancas del Cobre y Puerto Escondido”, propuestas turísticas ineludibles para todo aquel que visite este país de Centroamérica.
Aunque en México “hay miles de españoles”, ella se siente arropada por la gente local que, a su juicio, “es súper amable y acogedora”. Quizás, lo más diferente es “que se toman las cosas con más calma aunque aprendes a desarrollar la paciencia necesaria”.
Reparamos en la gastronomía y Sira reconoce que, aunque le gusta, “comer este tipo de comida durante mucho tiempo cansa”. Como platos típicos -indica- está el pozole, las enchiladas, los tacos, las quesadillas, los chiles en nogada, entre otros. “Aquí dicen platillos y hay miles”, precisa.

Son muchas las anécdotas vividas hasta la fecha pero destaca sobre todo las relacionadas con las “mordidas”. Parece increíble -dice- pero con sólo 12 euros se pueden conseguir muchas cosas aquí… Entre ellas, evitar multas por beber en la calle y acabar en el torito -la cárcel de los borrachos-.
Sigue en el país por su “novio, trabajo, amigos y todo lo que queda por ver”. Aunque, como todo, tiene su parte negativa. ¿Lo que menos le gusta?: “el ahorita”, reconoce. “Aunque parezca mentira, a veces siento que hablamos idiomas totalmente distintos”.
En cualquier caso, vivir fuera es una gran oportunidad por “la cantidad de sitios nuevos que llegas a conocer”. “Lo peor, pensar que te encantaría poder conocerlos con tu gente”.

Lo que más echa de menos: su familia y amigos en España. Por eso, intenta venir siempre que puede: “tengo poquísimas vacaciones y los vuelos cada día son más caros, así que voy una vez al año y con mucha suerte dos”, comenta.
Aunque reconoce que le “gustaría regresar algún día” no cree que ese reencuentro con su país de origen se produzca “próximamente”. De momento, seguirá disfrutando de esta experiencia que le aporta “un millón de cosas que no tendría en casa” y que le permiten crecer “muchísimo, tanto personal como profesionalmente”. Dejamos a esta española pero trasladamos a su familia un mensaje pronunciado en la distancia: “¡Os echo un montón de menos, pero nos vemos muy prontito!