Imagen de un campo de cultivo. Foto: Pexels.

DÍA ALIMENTACIÓN

El sector alimentario confía en la tecnología para producir más con menos

Publicado por: EFEAGRO / ÓSCAR TOMASI 16 de octubre de 2018

El sector de la agricultura, el de la ganadería y la industria alimentaria afrontan el reto de resolver el “sudoku” de dar de comer a una población mundial en crecimiento con unos recursos limitados, un desafío ante el que la tecnología y la innovación son sus principales aliados.

Producir más con menos. Hoy, cuando se celebra el Día Mundial de la Alimentación, la FAO -organismo dependiente de la Naciones Unidas- maneja datos que hablan por sí solos: las proyecciones apuntan a que habrá 10.000 millones de bocas a las que alimentar en 2050, en torno a un 33 % más que actualmente, en un contexto marcado por la preocupación ante el cambio climático y la necesidad de un consumo sostenible.
Según sus cálculos, hará falta incrementar en torno a un 50 % la producción de comida en las próximas cuatro décadas para abastecer a toda la población.
El factor más limitador es la tierra, que ya no puede crecer. Con la que disponemos, necesitamos incrementar los rendimientos agrarios, sin olvidar que hay que reducir el impacto ambiental”, explica en declaraciones a Efeagro la nueva directora del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), Esther Esteban.

Hay margen para responder a esos desafíos, las técnicas están mejorando mucho sobre todo en el área de la biotecnología, que ha sido la responsable del gran incremento de producción de alimentos en estos años”, destaca la directora del INIA,

Esteban -nombrada para el cargo a finales de septiembre- reconoce que el reto “cada vez es mayor” y recuerda que el rendimiento agrícola no ha dejado de crecer desde hace décadas.
No obstante, el ritmo del aumento poblacional también se acelera: de los 2.600 millones de personas de 1950 se pasó a 5.000 millones en 1987, mientras que la barrera de los 7.000 se superó ya en 2011, lo que eleva la presión sobre el sector alimentario.
“Hay margen para responder a esos desafíos, las técnicas están mejorando mucho sobre todo en el área de la biotecnología, que ha sido la responsable del gran incremento de producción de alimentos en estos años”, destaca la directora del INIA, el centro desde el que se coordina toda la investigación en materia de agricultura, ganadería y alimentación en España.

Algunos ejemplos de cómo producir más con menos

Esteban cita ejemplos concretos, como el uso de cultivos capaces de captar nitrógeno o de variedades más productivas y resistentes a plagas, como parte imprescindible de la solución.
“Por ejemplo, ante una enfermedad que reduce la rentabilidad de un cultivo, ahora con una pequeña mutación del genoma de una planta podemos solucionar un problema que antes tardábamos de media diez años en resolver y con una inversión económica mucho menor”, argumenta.

En un momento en el que se percibe cierta “quimiofobia” -recelo al uso de químicos en alimentación y otros sectores-, la directora del INIA aboga por que tanto la administración como los científicos hagan un mayor esfuerzo en transmitir a la sociedad que el uso de tecnología “no pone en juego la seguridad de la alimentación”. “Esa idea de lo natural es equivocada. La tecnología se viene aplicando en la agricultura desde la antigüedad (…) y si no recurrimos a estas nuevas técnicas habría un mayor impacto en el medio ambiente. Es absurdo, nunca se ha comido tan seguro“, defiende.

Los ingenieros han introducido las nuevas técnicas en la alimentación. Foto de archivo cedida por Universidad Rovira i Virgili.
Los ingenieros han introducido las nuevas técnicas en la alimentación. Foto de archivo cedida por Universidad Rovira i Virgili.

En esta misma línea se expresan desde la industria alimentaria, que juega igualmente un rol clave ante esta ecuación con su labor de transformar la producción agrícola.

El esfuerzo medioambiental de la industria

La patronal de los fabricantes españoles (FIAB) destacaba esta semana los esfuerzos en sostenibilidad para reducir el impacto medioambiental: desde reducir la cantidad de agua necesaria para producir y aprovechar subproductos que antes se desechaban, hasta utilizar criterios más exigentes con sus proveedores para obligarles a adecuar y modernizar sus explotaciones.
Instalaciones y maquinaria que permiten aprovechar al máximo la materia prima, el lanzamiento de referencias con un perfil nutricional más completo y que permiten reducir la ingesta de comida o incluso el uso creciente de los insectos como fuente de proteína son otros ingredientes de la estrategia a seguir.
También ha cobrado una mayor relevancia en los últimos años el combate al desperdicio alimentario, establecido ya como una prioridad sobre todo en la parte occidental del mundo, donde el sobrepeso supone un problema de salud pública que contrasta con los 821 millones de personas que se calcula que pasan hambre.

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