El 31 de marzo de 1953 salió de una fábrica situada en la calle Almogávares de Barcelona la primera botella de Coca-Cola elaborada en España; setenta años después, el ecosistema de sus fábricas es un engranaje diverso con drones, IA, bicis, expertos catadores e incluso lagunas artificiales.
Si hay una cosa que no ha cambiado en todo este tiempo es que la fórmula sigue siendo un secreto, que llega a fábricas como la de Martorelles (Barcelona) para convertirse en jarabes, que con agua y gases carbónicos (si lo necesita), se convierte en unas bebidas en las que los españoles destinan casi 8.000 millones de euros al año.
Es sólo una de las seis plantas de fabricación con las que cuenta en España, donde su actividad genera un 0,5 % del PIB, de acuerdo a los últimos datos de la compañía.
Con 11 líneas de envasado, la fábrica inaugurada en 2006 es la primera planta neutra en carbono de Europa, todo un hito del que ha presumido este jueves el director de la planta, Manel Mogollón, en una visita con medios de comunicación.
Datos y detalles
Sólo en Barcelona, se producen 870 millones de litros de bebidas del porfolio de Coca-Cola al año; allí se fabrican más de 270 referencias, con una plantilla que se sitúa en unas 370 personas.
Más allá de los datos estadísticos y números apabullantes, las instalaciones destacan por su automatización y su impulso hacia la sostenibilidad, hasta el punto de que es un dron el sistema que permite detectar defectos en las latas y que cualquier problema en las instalaciones puede ser asistidos por control remoto por técnicos de otras plantas.
Llama la atención igualmente uno de los últimos en llegar, el proyecto Can collar, que permite agrupar las latas con una solución de cartón generado en bosques sostenibles y que permitirá eliminar todo el anillado con plástico en el primer trimestre.
Por supuesto, hay espacio para la Inteligencia Artificial, porque los empleados llevan gafas de realidad virtual para formaciones en Prevención de Riesgos Laborales, y también se usa esta herramienta para reducir el consumo de energía.
El factor y los usos humanos
A pesar de todos estos sistemas de innovación, al entrar a los intestinos de la fábrica de Coca-Cola el primer medio de transporte que recibe a visitante es una bici, para aligerar el desplazamiento de algunos técnicos, explica su responsable.

Y ningún lote de Coca-Cola sale al mercado sin haber pasado un filtro muy humano, el de un especial panel de cata, que eligen y prueban tres muestras de cada uno de ellos para detectar posibles adulteraciones del producto.
El equipo de 38 expertos catadores forman parte de los operarios de la fábrica y son entrenados y puestos a prueba cada tres meses para asegurarse de que sus capacidades gustativas siguen estando a tope.
A vista de pájaro, en las inmediaciones de la planta se ha desarrollado una pequeña laguna; es el elemento más externo pero igualmente necesario del ecosistema Coca-Cola.
Se ha construido en un conjunto muy especial, el que forman los conectores biológicos de Can Fenosa, desarrollado para facilitar el paso e intercambio de animales entre la Sierra Litoral y el río Besos.
Para ello, se han desarrollado dos pasos de fauna por debajo de la carretera de La Roca y un vallado cinegético donde se han avistado diferentes especies animales.
Coca-Cola lleva siete décadas en España y su universo crece de la mano de una fórmula secreta, adaptado a un tiempo que avanza hacia la sosteniblidad de la mano de la técnica.