A sus 61 años, 16 de ellos al frente de UPA, se ve en una situación sin precedentes: en plena faena en el campo y al mismo tiempo acudiendo a la nave de la finca para hacer videoconferencias y continuar con la gestión de UPA.
Lorenzo Ramos es la voz de la agricultura familiar y nunca ha dejado a un lado su negocio de frutas y flores en Valdelacalzada (Badajoz), que compagina con su trabajo como secretario genera de la organización agraria UPA; obligaciones que ahora gestiona desde su explotación por el confinamiento.
A sus 61 años, 16 de ellos al frente de UPA, se ve en una situación sin precedentes: en plena faena en el campo y al mismo tiempo acudiendo a la nave de la finca para hacer videoconferencias con su teléfono móvil para no dejar a un lado la gestión diaria de la organización.
Asegura a Efeagro que el teletrabajo le permite incluso asistir a todas los encuentros de UPA o del sector y las administraciones, cosa que antes era más difícil por los desplazamientos y ahora lo facilita la tecnología.
Ese 14 de marzo, de arranque del estado de alarma, Lorenzo Ramos estaba en su pueblo, algo habitual porque su rutina antes de la pandemia consistía en vivir principalmente en Madrid de lunes a jueves o viernes, y el resto de días acudir a su pueblo y a su finca.
Pero todo se trastocó, cambió la rutina y ahora los viajes son entre su casa y la explotación que gestiona junto a su hijo y en la que tienen empleados a varios operarios de forma fija y otros eventuales, en función de las circunstancias de la producción.
Son 14 hectáreas, 12,5 de ellas dedicadas a la fruta de hueso (melocotón, nectarina y ciruela) y 1,5 hectáreas, a invernaderos de flores y plantas ornamentales.
La irrupción del estado de alarma ha sido, además, en uno de los peores momentos para la flor, al coincidir con la primavera y eventos tan importantes como la Semana Santa, el Día del Padre o el Día de la Madre.
Todos sus planes de venta se quedaron, por tanto, en agua de borrajas, ya que los mercados ambulantes en los que vendían a diario cerraron sus puertas para evitar aglomeraciones: “No podíamos vender en plena campaña”, explica.

En este sentido, recuerda que en estos tres meses (marzo a mayo), consiguen cerca del 70 % de la facturación en flor cortada, y las pérdidas de ventas semanales rondan los 2.000 euros.
Sólo en alelíes han dejado de vender unos 4.000 paquetes, con un precio global que estima entre los 10.000 y los 12.000 euros.
Para la planta ornamental, está potenciando la venta online a pueblos cercanos, porque como subraya es un producto difícil de empaquetar para envíos más lejanos.
Así trata Ramos de reinventarse en el área de la flor, mientras encara la campaña de recogida de la fruta, que sí prevé que tendrá salida en el canal alimentario.
Asegura que entre videoconferencia y videoconferencia realiza las labores del campo
Además, no le falta mano de obra, porque en su zona -la vega baja del Guadiana- hay jornaleros suficientes para recoger la fruta, según detalla.
A esta situación se adapta Lorenzo Ramos, que “entre videoconferencia y videoconferencia, trabajo en el campo”, y para quien el teletrabajo está siendo un “gran descubrimiento”. De hecho, cree que a partir de ahora comenzará a utilizarse “bastante” más.
“Lo estamos llevando bastante bien. Tenemos una muy buena conexión dentro de la organización agraria UPA con todos los territorios para estar al tanto de los problemas” que afectan al campo, como la falta de mano de obra extranjera debido a la restricción de los movimientos por la COVID-19, señala.
Cree que se “han ido resolviendo” estas situaciones y agradece la “interlocución” continua que está manteniendo con las administraciones, en estas circunstancias tan excepcionales.
A la espera de que todo vuelva a la nueva normalidad, Ramos sigue viendo amanecer y anochecer desde su pueblo, con el objetivo de retomar la agenda y la dinámica de viajes semanales a la que estaba tan acostumbrado.