Los ganaderos del porcino ibérico de bellota ya sacan a sus animales para que campeen por la dehesa, en una montanera que se presenta con mucho fruto y con una alta rentabilidad por la escasa oferta.
En los últimos días de septiembre caen las primeras bellotas del alcornoque, conocidas como “sanmigueleñas” o brevas, que sirven para que el cerdo ibérico se vaya adaptando a su nueva dieta, basada casi en exclusividad en los aportes de la bellota.
Jesús de la Gándara, gerente de la Denominación de Origen Guijuelo, ha explicado a EFE que “estos días, los cerdos se comen las bellotas meladas”, que son las que se caen de la encina porque se han podrido por las tormentas del verano.
Las primeras bellotas que se caen en la dehesa son las del roble, que se empiezan a ver en el suelo desde principios de septiembre, aunque no son muy codiciadas, ya que por su alto porcentaje de taninos, amargan demasiado y el cerd
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o prefiere el fruto más dulce.