En una entrevista con Efeagro, Jesús A. Gil Ribes, presidente de Aeac.SV, asegura que la práctica de esta agricultura conlleva beneficios económicos, sociales y medioambientales.
Así lo defiende en una entrevista con Efeagro el catedrático de Ingeniería Agroforestal y presidente de la Asociación Española Agricultura de Conservación-Suelos Vivos (Aeac.SV), Jesús A. Gil Ribes, quien recuerda que España es líder en este tipo de prácticas que, a su juicio, cuenta con un claro “potencial mitigador y adaptativo al cambio climático”.
Pregunta-. En el Año Internacional del Suelo, ¿cuál es la importancia de la agricultura de conservación?
Respuesta. Es de una importancia capital, más aún cuando el foco de los problemas medioambientales se dirige en los últimos años al cambio climático. Para comprender la importancia de la preservación del suelo como recurso natural y fundamental para los cultivos, basta con conocer el largo periodo de tiempo que se necesita para su formación y la rapidez con la que puede ser destruido. Se necesitan cerca de 2.000 años para formar 10 cm. de suelo fértil: es decir, 1 t por hectárea al año. En cambio, en ese mismo periodo de tiempo pueden perderse de media por fenómenos erosivos unas 16 t de suelo por hectárea según la zona. Lo que pone de relieve la importancia y necesidad de implantar prácticas agrícolas que contribuyan a un manejo sostenible del suelo, sin que por ello se menoscabe la rentabilidad de la actividad agraria.
P-. ¿En qué consiste la agricultura de conservación?
R-. Es un sistema de manejo agrícola sostenible basado en la supresión del laboreo y el mantenimiento de una cobertura permanente de restos vegetales. Sus prácticas más representativas son la siembra directa en cultivos herbáceos extensivos (como cereales) y las cubiertas vegetales en cultivos leñosos (olivar y viñedo).
P- ¿Cuáles son sus beneficios agronómicos y medioambientales?
R-. Son múltiples desde el punto de vista medioambiental, económico y social. Gracias a ella se consigue reducir la erosión del suelo hasta en un 90 % y la escorrentía, en un 70 %. También tiene la capacidad de mitigar el cambio climático, gracias al aumento del “secuestro” de carbono al aumentar su contenido de materia orgánica y a la reducción de emisiones de CO2. E incrementa la biodiversidad de los ecosistemas agrarios, al favorecer las condiciones para el desarrollo de numerosas especies.
P-. ¿Es una práctica viable?
R-. Según las investigaciones y las experiencias de numerosos agricultores, el paso a una agricultura de conservación mantiene e, incluso, incrementa las producciones. Además, disminuyen los costes de cultivo y el número de horas de trabajo, por lo que, en condiciones normales, el margen de beneficio para el agricultor se incrementa.
P-. ¿Cuál es su implantación en España?
R-. España es líder en Europa; aun así, todavía queda mucho camino por recorrer. Según los últimos datos del Ministerio Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, la superficie de cultivos herbáceos en siembra directa se situó en 2014 en algo más de 590.000 hectáreas y la superficie de cultivos leñosos con cubiertas vegetales en casi 1.260.000 hectáreas. Lo interesante de este dato no es tanto la cifra en sí, sino el incremento producido en los últimos años. Desde 2008, la superficie en siembra directa ha aumentado un 115 % y la superficie con cubiertas vegetales un 23 %.
P-. ¿Influye la tipología del suelo o la diversidad a la hora de optar por las técnicas de la agricultura de conservación?
R-. Las peculiaridades para la puesta en marcha de estas técnicas tienen más que ver con la actitud del agricultor que con la diversidad del paisaje agrario. En España, la siembra directa se emplea sobre todo con los cereales, seguidos de otros forrajes y del girasol. En el caso de las cubiertas vegetales, el olivar es el cultivo líder, con gran diferencia sobre los cítricos, segundo cultivo en adopción de esta práctica. La adopción de la técnica dependerá más de la disposición del agricultor a romper con el sistema ancestral del laboreo y ser capaz de hacer frente a los retos que supone dejar de labrar el terreno o sembrar sobre restos vegetales con sembradoras “directas”.
P. ¿Cuál es el papel de los herbicidas en la agricultura de conservación?
R.- A menudo, los agricultores desconocedores de la siembra directa han tachado a los que sí la aplican de realizar usos abusivos de productos herbicidas y nada más lejos de la realidad. Además, no hay que olvidar que, según los estudios realizados, gracias a la presencia de restos vegetales en el suelo, el arrastre de herbicidas en las aguas de escorrentía se reduce sustancialmente, llegando al 70%, en los casos de cultivos en siembra directa, lo que significa que el impacto medioambiental se reduce notablemente y es menor que con el laboreo, ya que la mayor contaminación viene con el arrastre de sedimentos y su llegada a los cauces fluviales. Además, Europa tiene la legislación más restrictiva del mundo y las mayores limitaciones en el uso de productos.
P-. ¿Cuáles son los proyectos más inmediatos de la Asociación?
R-. La Asociación surgió hace veinte años con unos objetivos que siguen vigentes: promover las técnicas de agricultura de conservación entre los agricultores, técnicos agrarios y entre la sociedad en general, y fomentar el desarrollo, docencia, e investigación con cualquier aspecto relacionado con la agricultura de conservación y la biodiversidad del suelo. Actualmente, está embarcada en dos grandes proyectos a nivel europeo. El Life+ClimAgri sobre agricultura y cambio climático, cuya iniciativa lidera y que cuenta con la Universidad de Córdoba, el Ifapa de la Junta de Andalucía, la Federación Europea de Agricultura de Conservación y Asaja Sevilla. Con él, se busca demostrar el potencial mitigador y adaptativo al cambio climático de varias prácticas agrarias en cultivos de regadío, entre ellas la siembra directa.
Y el proyecto Inspia (Índice europeo para una agricultura productiva sostenible), liderada por la Federación Europea de Agricultura de Conservación, la Asociación Europea para la Protección de Cultivos y el Instituto de Agricultura Sostenible de Francia. Estudiará diversos índices de sostenibilidad medioambiental, económica y social de 58 explotaciones agrarias en Europa, de las que la Asociación está realizando el seguimiento en las 30 fincas que están situadas en España.