La tendencia corre en paralelo a la llegada, en periodo estival, de festivales como el Super Bock Super Rock, el Nos Alive o el Rock in Rio, que regresa este año con una oferta de varios escenarios en simultáneo y público que se cuenta por miles.

Festivales lejos de la masificación

La antítesis son proyectos como el EDPCoolJazz, diseminado en doce noches de julio y con apenas tres cantantes por noche, cada uno a su turno, para que la audiencia los disfrute de forma relajada; la apuesta cumple quince años como precursora de una forma de entender los espectáculos de verano que cada vez gusta más.

"El nicho es cada vez más importante porque llegamos más a la especialidad y las personas. Prefiero lo personal a lo masificado", resume a Efe Karla Campos, responsable del festival EDPCoolJazz y especialista en esta oferta cultural al alza.

El EDPCoolJazz, que espera congregar a 50.000 espectadores durante todo julio, arranca el día 1 en Cascais, a treinta kilómetros de Lisboa, con nombres como Van Morrison, Norah Jones o Salvador Sobral, lo que demuestra que la cita, más que ser sobre jazz puro, propone buscar los contornos del estilo.

"El jazz no es fundamentalista. La programación es de jazz, diría, más mainstream y que liga muy bien con otros estilos. Por eso, diría que estilos de músicas del festival son jazz, blues, soul, funk, o música portuguesa", comenta Campos.

Los precios, desde 25 a 75 euros, permiten que el nicho se abra a personas de entre 25 y 60 años; basta que muestren interés en un concepto relajado que ha llevado al escenario en ediciones anteriores a Sting, Mark Knopfler, Diego El Cigala o John Legend.

Turismo en lo desconocido

El EDPCoolJazz no es el único festival que apuesta a lo intimista en Portugal: el OUT///FEST y el LISB-ON dedicados a la música electrónica son un buen ejemplo, como también lo es el Sumol Summer Fest, que comenzó siendo solo de reggae y ha evolucionado hacia el hip-hop y que se celebra junto a la playa de Ericeira.

Audiencia en un concierto. Foto. Pexels

"En la línea de pop rock hay mucha oferta para el mismo público, concentrado en la misma época (el verano)", apunta Campos sobre la situación de los grandes festivales; quienes se espantan ante lo masivo ven ahora en el nicho otra oportunidad estival, que potencia también al turismo al presentar lugares algo menos conocidos.

Es el caso del festival O Sol da Caparica, que permite conocer una costa menos masiva que el abarrotado Algarve, o el ya citado Sumol Summer Fest, que también descentraliza la música hacia la playa de Ericeira.

También, lejos de Lisboa y Oporto, muy cerca de la frontera con Galicia, figura otra de las maravillas en cuanto a festivales lusos: Paredes de Coura, una cita con tintes indie en un escenario alejado de puntos neurálgicos del turismo.

"Tenemos una gran fuerza y número de festivales para la dimensión del país. Y tenemos una masa exterior de gente crítica que viene para aquí, sin duda. Hay una amplia oferta cultural", considera esta experta, que también ve en los últimos tiempos una mayor inversión.

Influye en ello, destaca, la seguridad de Portugal, el buen clima y el número de playas que sirven de complemento para muchos festivales en verano, factores que también han impulsado el turismo más allá de la época alta y están convirtiendo al país en un destino de moda.

Así, los lusos afrontan este año un verano especialmente rico en lo relativo a festivales: o se opta por la opción más conocida y en festivales de renombre, que traerán a artistas como los británicos The xx, Muse, Bruno Mars, The Killers y Katy Perry o se decide por el espectáculo casi de autor.

Será el caso de quienes decidan ir a Cascais a disfrutar del británico David Byrne o el estadounidense Gregory Porter en el EDPCoolJazz, que trasciende lo musical para adaptar el estilo relajado hasta a los puestos de comida: habrá opciones vegetarianas.