Eugenio Torrubia concurre a las elecciones municipales de Villarroya de la Sierra (Zaragoza) por el PSOE después de 32 años de alcaldía. Una experiencia de récord, pero su perfil, asegura, es normal en la España vaciada donde faltan candidatos y jóvenes.
Torrubia, agricultor, entró al Ayuntamiento de Villarroya de la Sierra como concejal en 1983 y salió elegido alcalde de este municipio rural en 1991, pero aún así asegura a Efeagro que mantiene la ilusión por continuar al frente de esta localidad de 447 vecinos censados, de los cuales viven allí 340.
Pero en la comarca de Calatayud, donde abundan los pueblos con apenas un centenar de personas, y en Aragón, epicentro de la despoblación española, Villarroya se considera “mediano”.
En más de tres décadas, recuerda el alcalde socialista, ha visto “muchísimos cambios” entre los que destaca el aumento de servicios, del lado positivo, y del negativo, el demográfico.
Dedicado toda su vida laboral a la agricultura y ahora ayudando a su hijo en la explotación de cereza, almendro y viña, no ahorra críticas a la Política Agrícola Común (PAC) y también se suma a los que piensan que por las elecciones todos miran al campo con promesas pero después “nadie se acuerda”.
Para Torrubia la campaña electoral en su pueblo -de un alcalde y seis concejales- dura “los cuatro años de legislatura” y comienza el día después de las votaciones, porque en estos sitios “se ven palpablemente las personas, lo que hacen y lo que no”.
Respecto a sus tres décadas de mandato, dice que en Aragón es relativamente normal encontrar alcaldes duraderos, pero muestra preocupación porque “no hay candidatos” ni jóvenes que se involucren en las elecciones municipales en la España vaciada; en las votaciones del día 28 solo tendrá una candidatura rival, del PP.
Hay servicios, hace falta gente
Villarroya de la Sierra está a 40 minutos de Soria, 20 minutos de Calatayud y una hora de Zaragoza y la producción de viña ha sido tradicionalmente la principal -cuenta con una bodega cooperativa- aunque hubo mucho arranque de vid.
Tiene un centro de salud desde 1995, cuenta su alcalde orgulloso, con “médico durante 24 horas y 365 días del año”, además de gasolinera, pescadería, bares, carnicería y una panadería con servicio ambulante que abastece a los pueblos de alrededor.

En el municipio hay una residencia privada de la tercera edad, una escuela con dos profesores permanentes, dos itinerantes, y 14 alumnos, porque aún nacen niños por la comarca.
En cuestiones de demografía, Torrubia resalta que en el pueblo donde siempre ha vivido muchos vecinos superan los 80 años y comenta que en doce meses tres personas han cumplido cien años: “Aquí se vive muy tranquilo”.
Soluciones
Admite que “cuando llegan las elecciones todos se acuerdan del campo y después no”: “Se hablaba mucho hace un año o dos de despoblación y no se hace nada, habría que hacer algo más para que los pueblos se mantuvieran”.
No obstante, admite que frenar el despoblamiento es complicado, que las empresas “se van solo a las grandes ciudades”, pero ve una solución: “Cambiar la PAC y hacerla más justa, con más apoyo para los jóvenes, veríamos una pizca de luz”
A este respecto asegura que la PAC es “totalmente injusta”, porque se otorga, por ejemplo, mucha ayuda al cereal por hectárea mientras que los productores de cultivos leñosos apenas reciben apoyo.
“Se intentó (cambiarla) y no pudo ser”, asevera, en referencia a que fue el Gobierno autonómico de Aragón, durante el debate de la reforma de la PAC quien “peleó” sin éxito porque desaparecieran los derechos históricos que determinan el cobro de las subvenciones.