La gerente de la cooperativa manchega Colival, Consoli Molero, además de ser una maestra de almazara encarna los esfuerzos por lograr la igualdad de género en un sector masculinizado como el del aceite de oliva.
“Llevo trabajando 22 años y cuando empecé la figura de la mujer era impensable, lo primero que hacían era cuestionar qué hacía una mujer trabajando y me decían que me fuera a casa”, explica a Efeagro Molero, quien ve esas mismas actitudes todavía “en el siglo XXI”.
Como una de las primeras mujeres dedicada a la actividad de la almazara en España, ha pasado por todos los puestos imaginables, desde el patio hasta la administración.
Ha sido reconocida como “maestra de almazara”, esto es, responsable de elaborar los aceites a lo largo de todo su proceso, lo que incluye hacerse cargo de la maquinaria y clasificar los aceites.
“He querido demostrar que somos tan válidas como los hombres“, asegura Molero, quien no ha dudado en propiciar la presencia femenina en esa cooperativa de Valdepeñas (Ciudad Real), en la que 235 de los 788 socios son mujeres.

Así, cuando las socias titulares enviaban a sus maridos para que las representaran en las juntas, Molero les pedía expresamente que acudieran ellas “sin delegar” en nadie porque “aquí hay que trabajar la igualdad”.
También rompieron moldes en el momento en que ellas entraron en el Consejo Rector, ahora formado por tres mujeres y cuatro hombres, a lo que se suma la participación igualitaria en las campañas, el embotellado y otras tareas.
Visibilidad de la mujer rural
Colival cuenta con dos mujeres entre los cinco trabajadores de plantilla, en línea con los márgenes que marca la ley de 2007 de igualdad efectiva entre mujeres y hombres, y es una de las pocas cooperativas de Castilla-La Mancha que cumple el Estatuto de las Mujeres Rurales publicado en 2019 por dicha comunidad.

Además, tiene un plan de igualdad para visibilizar el papel de la mujer en el medio rural y la industria agroalimentaria.
Este año, Colival ha recibido el premio de Cooperativas Agroalimentarias en la categoría Igualdad de oportunidades, un reconocimiento a una entidad fundada en 1970 por un pequeño grupo de agricultores que decidieron molturar su aceituna por cuenta propia.
Medio siglo más tarde, la gerente destaca que los productores llevan tiempo sufriendo los bajos precios en origen, si bien han podido afrontarlos con las reservas de otros años.
Aceite de calidad
Últimamente el precio está subiendo, pero el sector se ha topado con otros inconvenientes como unos rendimientos “mucho más bajos”, según Molero, quien insta a potenciar más la cultura oleícola y promover el consumo de aceite de oliva virgen extra.
En Colival, llevan elaborados -a casi la mitad de la campaña- unos 5 millones de kilos, de los que están sacando ediciones extra a partir de un fruto “bastante bueno”.
En la cooperativa han optado, además, por los aceites tempranos, con aceitunas en verde que tienen determinadas propiedades aromáticas y otras características organolépticas que los diferencian del resto del mercado, según la directiva.
Molero remarca que han recibido numerosos premios por la calidad de sus aceites, obtenido a partir de variedades como arbequina, cornicabra, hojiblanca o frantoio, un “abanico de posibilidades” que permite al consumidor elegir entre productos más fuertes, suaves o equilibrados.
Además de sus ventas en España, especialmente en el norte, realizan envíos a Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania y, desde hace poco, a los países nórdicos.
“Nos vamos introduciendo poco a poco. Hay mucha competencia en el precio y la cultura no está muy bien desarrollada, pero vamos poco a poco”, apunta Molero, sobre la manera que tienen de hacer las cosas en esta cooperativa de marcado talento femenino.