La Giralda es uno de los grandes emblemas de la ciudad de la capital hispalense, una torre-campanario que se erige sobre la Catedral de Santa María de la Sede y que es el resultado de la combinación de arte gótico, renacentista y barroco.

Mide 97,5 metros de altura y está constituida por dos cuerpos diferentes que se fusionan a la perfección: el musulmán -el más antiguo-, de finales del siglo XII, y el cristiano, el campanario que remata la torre y que fue añadido en en el siglo XVI, según recoge la Oficina de Turismo de Sevilla.

Corona la torre una estatua denominada “el Giraldillo” por los giros que se producían en la figura con los cambios de viento. Ésta mide cuatros metros de alto y pesa 1.000 kilos aproximadamente.

Patrimonio de la Humanidad desde 1987, es uno de los lugares más transitados por los turistas, que se acercan a conocer su historia y a contemplar su esplendor desde cualquier perspectiva. Esos que, como el autor de esta imagen, inmortalizan la escena a través de su objetivo para que la memoria no disgregue los detalles que captó la vista. Un reclamo, por cierto, descrito por el autor de la fotografía, Sergio Naranjo, como “uno de los rincones más bonitos y con más encanto del mundo”.

Y quienes estén por Sevilla, que aprovechen también para visitar otros de sus distintivos como los Reales Alcázares, la Plaza de España, la Torre del Oro o el Parque de María Luisa. Además, este destino ofrece diversión asegurada a quienes lo visiten, a través de espectáculos de Flamenco -declarado patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco-, de la gastronomía -con especialidades como gazpacho o “pescaito”- y de sus marcadas citas en el calendario como la Feria de Abril o su famosa Semana Santa.

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