Las enfermedades de la madera son uno de los mayores quebraderos de cabeza para administraciones, viticultores, organizaciones sectoriales y bodegas.
La Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) constata que dichas enfermedades se han convertido en las más devastadoras de cuantas han afectado a los viñedos en las últimas tres décadas, y así en un motivo de preocupación cada vez mayor para los países productores.

El investigador del Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino (ICVV), David Gramaje, trabaja en el proyecto europeo WINetwork, en el que participan entidades de 7 países. Su objetivo es realizar una radiografía del problema en Europa, que pueda sustentar luego estudios para luchar contra ello.

WINetwork moviliza 2 millones de euros entre 2015 y 2016, y será clave para determinar posibles líneas de actuación que “planten cara” a las enfermedades de la madera.
“Existen otras enfermedades como oidio, mildiu y botrytis que pueden ser endémicas en algunas regiones, pero hay un calendario de tratamientos con los que pueden controlarse si no es un año raro en factores medioambientales”, destaca el científico. Por el contrario, no hay fungicida ni método conocido que reduzca el progreso del patógeno una vez que el hongo colonizó la madera de la planta.
Las bodegas no sólo se juegan abultadas pérdidas en el corto plazo por la reducción de ejemplares y cosechas -afirman algunos expertos-, sino que, en muchos casos, pueden ver peligrar la producción de vinos exclusivos que hoy les aportan reputación e ingresos.
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