Kazajistán, en el corazón de Asia central, es un importante destino religioso para los musulmanes, que peregrinan al mausoleo de Khoja Ahmed Yasawi porque si se visita tres veces en la vida equivale a haber peregrinado a La Meca.
El mausoleo de Khoja Ahmed Yasawi, en el sur de Kazajistán, construido entre 1389 y 1405, es el mejor monumento arquitectónico kazajo y, prueba de ello, es que en 2003 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, el primero en el país.
En medio de la estepa eurasiática, en la región de Turkestán (en otros tiempos se llamó Yasi) se levanta este espectacular mausoleo que, pese a estar inacabado, es una de las construcciones más monumentales y mejor conservadas de la época timúrida.
La estructura actual se empezó a construir en 1389 por el emperador Tamerlán para sustituir un mausoleo más pequeño del siglo XII en honor al famoso maestro sufí Khoja Ahmed Yasawi (1093-1066).
Tamerlán, un conquistador turco-mongol -el último de los grandes conquistadores nómadas de Asia central-ordenó construir este mausoleo para evidenciar su poder y la soberanía de la dinastía timúrida.
La Unesco señaló en su declaración del monumento como Patrimonio de la Humanidad que los maestros de obras persas experimentaron en el monumento nuevas soluciones estructurales y arquitectónicas, que se utilizarían posteriormente en la construcción de Samarkanda, la capital del Imperio Timúrida.
La cúpula es la más grande de Asia central con 18 metros de diámetro y 28 de altura, y está decorada con llamativos azulejos dorados y verdes.
El mausoleo de Khoja Ahmed Yasawi en Kazajistán. Foto: Jèssica Martorell
Durante el duro invierno kazajo, la nieve es habitual en la zona, lo que no impide que los fieles sigan acudiendo hasta aquí, desafiando el frío las nevadas, para encontrar con frecuencia copos en la impresionante cúpula.
Flanqueada por dos minaretes
El edificio luce un enorme portal y varias cúpulas. Alrededor de un gran sala central se encuentra la mezquita, varias pequeñas salas y una biblioteca, entre otros elementos.
La fachada quedó incompleta y sin los azulejos que decoran el resto del edificio debido a que su constructor murió antes de terminar la magna obra.
“Los kazajos vienen hasta aquí porque nuestros musulmanes son muy religiosos. Es por lo que en su interior piden a Alá todos los deseos que necesitan y creen que se cumplirán si lo piden en este santuario”, cuenta a Efe una guía local, Saltanat Yeraliyera.
En tiempos ancestrales, explica, “el mausoleo se utilizaba como madrasa (escuela religiosa), mientras que ahora es un lugar sagrado para los musulmanes de Asia central, porque allí se encuentra la tumba de Khoja Ahmed Yasawi”.

Cuando Yasawi era joven, su familia se trasladó a Yasi, donde comenzó su enseñanza. Con los años, estableció una organización mística, cuyos rituales preservaron las costumbres islámicas turco-mongolas y promovió la difusión del sufismo por la región.
Según cuenta la leyenda, Timur ordenó la construcción de una mezquita en el sitio donde se encuentra su tumba pero todos los intentos fueron infructuosos.
Entonces, el emperador contó que en un sueño se le reveló que, para que la construcción tuviera éxito, primero debía construir un mausoleo sobre la sepultura de Arystan Baba, maestro y mentor espiritual de Khoja Akhmed Yasawi. Y así lo hizo.
Cerca del antiguo asentamiento de Otrar, se alza el mausoleo de Arystan Bab, monumento que data del siglo XIV y que actualmente está protegido por el Gobierno, porque se ha convertido en otro de los lugares clave para el culto de los musulmanes de Asia Central.
Todos los fieles se quitan los zapatos antes de entrar al templo y una gran pila de calzado de todos los tamaños se amontona en sus puertas, flanqueadas por dos minaretes, lo que indica el gran número de personas que se encuentran rezando en su interior.

La instancia principal está presidida por la lápida en honor a Arystan Bab, mientras que en las instalaciones vecinas se encuentran las lápidas de sus alumnos y seguidores: Khermet-Azyr, Kargabab y Lashynbab.
Muy cerca del mausoleo se encuentra un pozo de agua salada que tiene propiedades saludables, según las creencias locales. Por eso, es tradición que hasta allí se acerquen los novios para sacar y beber agua. Creen que es sagrada porque se cuenta que, en tiempos ancestrales, solo salía agua del pozo si la persona era de alma “pura”.
Amze Nurseit, un guía local, destaca que el hecho de que Kazajistán comparta fronteras con diferentes países hace que los monumentos combinen diferentes estilos europeos y asiáticos, lo que lo convierte en un lugar especial.
Pese a este turismo de peregrinación, Kazajistán sigue siendo un gran desconocido para el turismo internacional, por lo que sus autoridades han emprendido un proyecto para promocionar su patrimonio y su riqueza cultural.
“El turismo es el mejor anuncio para una nación”, en opinión del ministro kazajo de Exteriores, Kairat Abdrakhmanov, que en una entrevista con Efe enfatizó que la promoción turística es actualmente uno de los principales objetivos del Gobierno.