Una gallega, Eteria, viajó hasta Tierra Santa en el siglo IV y dejó su testimonio escrito en relatos y cartas. Una madrileña, Zoe Gayton, atravesó los Estados Unidos andando en 1891, una hazaña que tardó 212 días en culminar. Mucho ha llovido desde entonces y muchas han sido las valientes que se han abierto paso en un mundo de hombres.
A lo largo de la historia siempre ha habido mujeres que han desafiado las convenciones sociales para cumplir con su sueño de viajar y descubrir nuevos mundos. Los diarios y testimonios de muchas de estas viajeras son huellas de la evolución de la mujer a lo largo de los siglos.
En la historia unida al descubrimiento de América se encuentran también los perfiles de aventureras como Inés de Suárez, inspiradora de la novela Inés del alma mía de Isabel Allende. Esta mujer viajó sola hasta América en busca de su marido tras años sin saber de él, pero había muerto. Pasará a la historia por acompañar a Pedro de Valdivia en el avance de la conquista de los territorios chilenos.
Según la responsable de Mujeres y Viajeras, Pilar Tejera, además de estos ejemplos concretos, Gran Bretaña durante la época victoriana fue la “gran despensa” de mujeres que consiguieron su lugar en la historia por sus aventuras y viajes. En la web de este colectivo y en su libro Viajeras de leyenda. Aventuras asombrosas de trotamundos victorianas recoge algunas de la peripecias de estas mujeres. En esta obra se reúnen los periplos de Isabella Bird, que recorrió Australia o el Tibet, o Mary Livingstone, esposa del afamado explorador, o Mary Kingsley, que se adentró en África.
En la web Mujeres y Viajes también se pueden encontrar las reseñas de vidas plagadas de aventuras como Fanny Bullock Workman que encontró en la bicicleta el medio de transporte ideal para recorrer mundo. Mary Bird optó por el camello para recorrer sola 800 kilómetros hasta llegar a Persia. Annie Brassey se decantó por el barco y pasó gran parte de su última década en el mar, en largas travesías en las que llevaba a su marido y a sus cinco hijos. Llegó a Sudamérica, Japón, China, Singapur y Ceilán.