El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha manifestado este viernes que el Gobierno, las comunidades autónomas, las administraciones locales y, sobre todo, la sociedad civil tienen aún “mucho trabajo por hacer” para conseguir la renovación generacional y la igualdad real de género en el medio rural.
Así lo ha apuntado Planas durante la presentación del segundo informe “Diagnóstico de la igualdad de género en el medio rural”, que analiza las desigualdades entre mujeres y hombres en el medio rural, y para ello compara varias ratios entre 2021 y 2011.
A su juicio, “ha habido avances significativos” en igualdad, como por ejemplo a nivel educativo o en la tasa de empleo femenino -ha subido en una década del 49 % al 51,6 %-, pero a la vez se ha mostrado convencido de que “es necesaria la acción de todos para que el mundo rural mantenga un carácter vivo”.
En este ámbito -ha añadido- “el papel de la mujer es uno de los mejores termómetros para saber hasta qué punto somos capaces, desde el punto de vista de género y territorial, de asegurar esa igualdad que proclama la Constitución”.
Para Planas, existe “un marcado desequilibrio” de género en cuestiones como la “conciliación entre la vida familiar y laboral” o la “brecha salarial”, y una “grave carencia” de “servicios”, entre los que ha mencionado los de sectores como “el transporte, atención a los mayores o dependencia”, “en los que hay que trabajar”.

También ha reconocido que es necesario “dar un mayor impulso a las explotaciones de titularidad compartida”, que con datos a 1 de julio alcanzan tan solo la cifra de 1.031.
Ha echado en falta una mayor presencia de las mujeres en puestos representativos del asociacionismo rural y, en especial, en los órganos directivos y rectores de las cooperativas agropecuarias, en contraste con lo que ya ocurre a nivel político en las administraciones municipales.
El estudio -con una muestra de 4.333 entrevista telefónicas- arroja que en la última década la estructura demográfica del medio rural continúa reflejando importantes desequilibrios, debido a la escasa natalidad, la masculinización de edades intermedias y un envejecimiento poblacional, ligeramente feminizado.
También, que la feminización de las tareas domésticas y de cuidados se ha agravado, aunque al mismo tiempo hay un aumento de la aceptación sobre el papel de la mujer en el medio rural, así como más apertura de la población más joven a los roles y estereotipos sexistas.
La fotografía del entorno rural muestra además que se ha producido un aumento del nivel de estudios de su población, con un acortamiento relevante en la brecha de género en los estudios superiores.

Respecto al mercado laboral, precisa que la tasa de empleo en el campo (56,8 %) es ahora inferior a la tasa de empleo nacional (65,7 %) y a la registrada en el medio rural hace una década (61,9 %).
También, que la tasa de empleo femenina es inferior a la masculina (51,6 % y 60,6 %, respectivamente) y, en términos comparativos con 2011, se produce una importante disminución de la brecha laboral de género, que pasa de 23,3 puntos porcentuales en 2011 a nueve puntos en la actualidad.
Los hombres predominan en todos los tipos de contratación en el campo
La mayor parte de las mujeres inactivas se dedican a la realización de trabajo doméstico no remunerado (64,4 %), mientras que la proporción de hombres en esta situación es diez veces inferior.
Los hombres predominan en todos los tipos de contratación en el campo, pero las mujeres han ganado presencia en la última década en la indefinida, ya que han pasado a suponer del 36,7 % al 42,3 % en estos contratos entre 2011 y 2021.
Aunque disminuye la brecha salarial de género en las categorías centrales, las mujeres continúan sobrerrepresentadas en salarios inferiores a 600 euros y los hombres en los superiores a 1.601 euros.
Entre los datos sobre satisfacción con la vida rural, el informe apunta que el 42 % de la población rural encuestada considera “más agradable” la vida en los pueblos que en las ciudades, frente a un 28,7 % que opina lo contrario.