Grabado de la proclamación de Fernando VII en la Plaza Mayor de Madrid. (Museo Municipal de Madrid).

Grabado de la proclamación de Fernando VII en la Plaza Mayor de Madrid. (Museo Municipal de Madrid).

IV CENTENARIO DE LA PLAZA MAYOR

Un paseo por los cuatro siglos de historia de la Plaza Mayor de Madrid

Publicado por: BEATRIZ MAPELLI / EFETUR 28 de febrero de 2017

La Plaza Mayor de Madrid, que celebra este año su IV centenario, es uno de esos espacios donde la historia trasciende a su significado. Y es que, desde su creación en el siglo XV, ha sido testigo de innumerables transformaciones que han perfilado su idiosincrasia y la han convertido en enclave turístico sin parangón.

Son muchos los cambios a los que se ha enfrentado este popular enclave madrileño a lo largo de sus 400 años de historia, desde cambios de nombre, hasta remodelaciones y usos del mismo. Con motivo de su IV centenario, Efetur se adentra en las transformaciones que ha sufrido la Plaza Mayor de Madrid con el paso del tiempo.

Los orígenes de la Plaza Mayor de Madrid

En sus orígenes, la Plaza Mayor era conocida como la Plaza del Arrabal ya que se situaba en el arrabal de Santa Cruz -fuera del recinto amurallado de la ciudad-, en la confluencia de los caminos de Toledo, Alcalá y Atocha. Este enclave, que se instaló en una antigua laguna desecada perteneciente a la familia de los Lujanes, estaba salpicada de comercios bajo los soportales de algunas de las casas de los comerciantes que vivían en esta zona -en su mayoría judíos-. Aquí se formó un gran movimiento de mercaderes y compradores en torno a este lugar, convirtiéndose en poco tiempo en una de los plazas más frecuentadas por los madrileños.

Fue en 1463 cuando Enrique IV, hermano de Isabel la Católica, concedió a la Villa de Madrid el privilegio de celebrar todos los meses una feria que acabaría celebrándose en la ya famosa plaza del Arrabal. Y, posteriormente, en 1494, en época de los Reyes Católicos, se reguló esta plaza desde el punto de vista urbanístico y comercial.

La llegada de los Austrias

Con la decisión de Felipe II de convertir Madrid en la capital de su imperio, en 1561, llegó lo que marcaría la fisonomía y el destino de la futura Plaza Mayor, que por entonces seguía teniendo un fuerte carácter comercial y social.

Felipe II decide en 1581 dar a la Plaza Mayor de Madrid la solemnidad necesaria para un lugar que comenzaba a ser el gran escenario de los acontecimientos comerciales, culturales y políticos de la época.

Hombres sobre los restos de la estatua de Felipe III, en la plaza Mayor de Madrid. Foto: EFE/jgb
Hombres sobre los restos de la estatua de Felipe III, en la plaza Mayor de Madrid. Foto: EFE/jgb

El diseño de la Plaza Mayor

Las primeras trazas fueron encargadas al arquitecto Juan de Herrera y ya en 1591 se comenzó a denominar Plaza Mayor. El aspecto ruinoso y destartalado que tenía a comienzos del siglo XVI, hizo que Felipe II ordenase la reestructuración de la Plaza Mayor, en la cual había sido proclamado rey. Este enclave ganó entonces en amplitud y majestuosidad, en consonancia con la dinastía de los Austrias.

En 1608 el arquitecto Francisco de Mora recibió el encargo de “cuadrar la plaza”. Pero no sería hasta 1617 cuando su sobrino Juan Gómez de Mora comenzase la creación de la gran Plaza Mayor de Madrid. La Plaza fue concebida enmarcada dentro de un rectángulo de 152 metros de largo por 94 metros de ancho.

Cava de San Miguel

Como la Plaza Mayor se había levantado en una plataforma artificial sobre la antigua laguna de Luján, Gómez de Mora solventó el desnivel que había entre la Plaza y la Cava de San Miguel a través de una escalinata que conectaba la Cava con la Plaza a través del famoso Arco de Cuchilleros. La Plaza Mayor de Madrid fue terminada en dos años y en su construcción se invirtieron un total de 900.000 ducados.

Los comercios en la Plaza Mayor se situaban en sus soportales a modo de lonja. La distribución obedecía a las indicaciones señaladas por los diversos gremios existentes. En el primer piso de la Casa de la Panadería se construyó el salón real con vistas a la Plaza a través del balcón real desde donde la monarquía asistiría a los eventos como espectadores privilegiados.

Testigo de la vida cultural

La Plaza Mayor fue un gran hito arquitectónico, ya que se convirtió en el espacio público más grande de Madrid. Además, la altitud de sus edificios, con un total de cinco plantas, la convertía en una auténtica atalaya, visible desde cualquier punto de la ciudad. Esta plaza se convirtió en escenario de los acontecimientos más importantes que sucedían en la Villa, en los que no faltaron los actos de beatificación de san Isidro -en mayo del 1620-, corridas de toros, juegos de cañas, carnavales, o ajusticiamientos.

Infografía con la historia de la Plaza Mayor. Foto: Miguel Mulas/EFE
La historia de la Plaza Mayor. Infografía: Miguel Mulas/EFE

Capítulos negros

Sin embargo, también ha habido sombras en esta plaza, como consecuencia de tres grandes incendios ocurridos en 1631, 1672 y 1790. El último arrasó prácticamente la totalidad de la Plaza que fue posteriormente reconstruida por el arquitecto real, Juan de Villanueva. En la reconstrucción, Villanueva rebajó la altura de los edificios de cinco a tres plantas.

La principal novedad fue el cierre completo de la Plaza a través de una serie de arcos de acceso en las calles que desembocan en la misma. Villanueva falleció en 1811 y las obras continuaron con el arquitecto municipal, Juan José Sánchez Pescador, con el que colaboraron Antonio López Aguado y Custodio Moreno.

Las labores de reconstrucción de la Plaza Mayor de Madrid no acabarían hasta el año 1854. Durante el reinado de Isabel II, la Plaza perdió la función cultural y se remodeló el espacio central convirtiéndolo en un jardín a la francesa. La Plaza fue adoquinada, ajardinada y engalanada con fuentes, y se colocó en el centro la estatua ecuestre de Felipe III -ubicada hasta la fecha en la Casa de Campo-.

La nueva Plaza con un cierto aire neoclásico, tendría unas dimensiones finales de 120 por 90 metros, con 114 arcos incluidos los ocho de acceso.

Más cambios

Son muchas las restauraciones que ha sufrido este enclave a lo largo de sus cuatro siglos de historia. En 1880 se restauró la Casa de la Panadería, encargándose del proyecto el arquitecto Joaquín María de la Vega. Los frescos de su fachada obra de Luis González Velázquez, fueron repintados debido a su avanzado estado de deterioro.

Concierto "Primavera Pop", celebrado en la Plaza Mayor de Madrid. Foto: EFE / Luca Piergiovanni
Concierto “Primavera Pop”, celebrado en la Plaza Mayor de Madrid. Foto: EFE / Luca Piergiovanni.

El cierre al tráfico

Entre 1921 y 1935 se realizaron profundas reformas en las viviendas de la Plaza para consolidar el balconaje. No obstante, la reforma más importante tuvo lugar en los años sesenta, cuando este enclave madrileño recuperó los tejados de pizarra y se ordenaron sus buhardillas.

También se cerró al tráfico y se habilitó un aparcamiento subterráneo bajo la propia Plaza cuyas obras tuvieron lugar entre 1967 y 1969 y obligaron a subir el nivel del pavimento. Se realizó el adoquinado actual, con el que desaparecieron las zonas ajardinadas y se suprimió todo tipo de mobiliario urbano para recuperar la escala del proyecto inicial. De esta manera dejó de ser una plaza burguesa en la que leer o pasear para convertirse en un lugar de tránsito.

Los frescos

La última de las grandes actuaciones en la Plaza Mayor se llevó a cabo en 1992, coincidiendo con la titularidad de Madrid como Capital Europea de la Cultura. Entre las novedades, la decoración de los muros de la Casa de la Panadería cuyos deteriorados frescos fueron sustituidos por otros realizados por el artista Carlos Franco que incluían referencias a la historia de la Plaza Mayor, tipos castizos o personajes de la mitología clásica.

Y llegamos hasta nuestro días, con una plaza convertida en punto de encuentro de miles de turistas y locales que disfrutan aquí de la estampa que dibujan comerciantes, paseantes, mimos, curiosos, restaurantes o tiendas que convierten a este enclave castizo en un lugar único donde se funden tradición y modernidad.

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