Casi recién aterrizada en el continente asiático, esta española de 27 años acumula ya cientos de anécdotas e historias que contar en destinos como Tailandia o Myanmar. Se llama María Hortelano, tiene un gran espíritu aventurero y nos desgrana todo lo que regala una vida simple entre paisajes, altas temperaturas y culturas “de gran nobleza y amabilidad”.
“Esta experiencia responde a mi pasión por viajar y a mi gran inquietud por conocer otras culturas, maneras de pensar y de vivir”. Este ha sido uno de los pretextos que han empujado a María Hortelano a embarcarse en una aventura por los rincones más silvestres del sudeste asiático. A lo que añade: “Viajando abres una ventana que te permite vislumbrar otras formas de vida y conectar con la verdadera esencia de las personas, independientemente de las diferencias culturales, sociales e idiomáticas que puedan existir”.
Natural de Antequera -Málaga- y con gran pasión viajera, soñaba con una aventura que le permitiese entrar en contacto con el alma de cada destino, integrándose en las culturas autóctonas y descubriendo las grandes maravillas turísticas que esconden países como Tailandia o Myanmar.
Lejos de casa, reconoce haberse adaptado fácilmente a su nueva vida en un entorno del que admira “la simplicidad con la que se vive”. “La gente, a pesar de tener muchas menos comodidades, es muy feliz. Me gusta el sentido de pertenencia que existe en estos países y, en especial, la filosofía y la espiritualidad que se respira”.
Pero vamos por partes, porque esta viajera errante ha visitado ya dos de los grandes destinos de la zona -Tailandia y Myanmar- y son muchas las buenas impresiones que ha cosechado al respecto.
Tailandia: arranca el viaje
La primera parada de esta expedición la llevó hasta Tailandia, un país en el que ha dedicado parte del tiempo a viajar y a “colaborar en una granja de ecoturismo cerca de Chiang Mai”. Allí -nos cuenta- tuvo la oportunidad de entrar en contacto con gente local y aprender mucho sobre cocina tailandesa como “sus deliciosos currys” -rojo, verde y coconut curry-, de interaccionar con el elefante -“el animal más emblemático del país”-, y de aprender a hacer construcciones utilizando el bambú -“uno de sus principales recursos naturales”-.
“En Myanmar he tenido ocasión de realizar un viaje al pasado y descubrir rincones fascinantes”
Tras 15 días en tierras tailandesas, se fue a descubrir el país vecino: Myanmar –antigua Birmania-. Un destino al que llegó, por cierto, a través de Mae Sot, “una ciudad con una fusión perfecta de la cultura tailandesa y birmana” y en la que actualmente viven más de 150.000 refugiados birmanos “que huyen de un país que no ha vuelto a tener una situación democrática estable desde la dictadura militar de 1964.” Además, ha dedicado parte de su tiempo a visitar los proyectos que desarrolla la ONG española “Colabora Birmania”. “Sus miembros realizan una importante labor pedagógica con niños birmanos en las escuelas, favoreciendo la integración de los mismos en Tailandia”, reflexiona.

Hola Myanmar
Ya en Birmania -relata- ha tenido ocasión de “realizar un viaje al pasado” y descubrir “rincones fascinantes” como los populares Templos de Bagan, las aldeas flotantes del Lago Inle o los edificios coloniales de la antigua capital británica, Mawlamyine.
María afirma que lo que más le ha gustado es “la amabilidad y la nobleza de los birmanos” porque, según nos describe, “son personas muy agradables, prudentes e increíblemente sonrientes”. Y añade: “A pesar de haber sufrido recientemente las consecuencias de una dictadura militar, Myanmar es el país de la eterna sonrisa”.
“A pesar de haber sufrido recientemente las consecuencias de una dictadura militar, Myanmar es el país de la eterna sonrisa”
Amante de los rincones que no han sido transgredidos ni alterados por el turismo de masas, María explica haber encontrado muchas zonas del país cuyo acceso ha estado “restringido hasta hace poco a causa de la inestabilidad política”. Y aquí su atractivo: “la escasa influencia occidental, que le ha permitido mantener su autenticidad”.
Y continúa relatando: “A diferencia de Tailandia, aquí aún se pueden observar tradiciones que permanecen intactas como la vestimenta tradicional que llevan todos los birmanos -“un sarong llamado longji”-, las hojas de betel con cal y nuez de areca que mastican continuamente; la thanaka -pasta amarilla compuesta de madera y agua que protege sus rostros del sol- o los exprimidores ancestrales de caña de azúcar, entre otras cosas.

Le cuesta encontrar algo negativo pero finalmente se apresura a señalar las infraestructuras y las comunicaciones como algunos de los puntos más vulnerables del país, “que hace que cualquier movimiento sencillo se convierta en un verdadero reto”. “A Myanmar hay que viajar con mucha paciencia, los birmanos no entienden de prisas”, bromea.
¿Una anécdota? “Recuerdo el día que entré en un establecimiento con música en directo -los birmanos adoran la música- y, por ser occidental, me dedicaron todas las canciones y me ofrecieron comida occidental: un plato de quesitos de la Vaca que Ríe impregnados de azúcar”. “Cómo echo de menos el queso”, comenta con humor.
“¿Lo más enriquecedor de salir fuera de España? Ampliar horizontes y tener acceso a otros mundos”
Próximos pasos
Y vuelta a Tailandia. Ahora se encuentra disfrutando de unos días de playa en la isla de Koh Tao, un “paraíso donde respirar el placer del descanso”. Desde allí, en un estado de quietud, afirma estar disfrutando mucho de las “paradisíacas playas, el submarinismo y la deliciosa gastronomía”. Sobre esto último explica que lo que más le gusta son los “sabrosos Pad Thai” -fideos salteados con huevo y verduras en salsa de tamarindos-, el Tom Yam -sopa con muchas especias, pescado y marisco- “y la gran variedad de currys”.

A pesar de estar siendo “una de las grandes experiencias de su vida”, echa de menos su hogar y todo lo que hay en él. “Extraño enormemente tres cosas: la comida, mi familia y la felicidad contagiosa de mi mejor amiga”, afirma con halo de tristeza.
Pese a eso, se siente muy afortunada de poder vivir esta experiencia, que es para ella “una verdadera lección de vida”. “¿Lo más enriquecedor de salir fuera de España? Ampliar horizontes y tener acceso a otros mundos”, reflexiona.
Nos despedimos de esta española que ya tiene preparadas las maletas para aterrizar en su próximo destino: India. Allí, colaborará como voluntaria en un proyecto social en el sureño estado de Tamil Nadu. “Es todo un lujo dejarse llevar y vivir al día” son las últimas palabras que María nos dedica, a media voz, entre la felicidad plena y el sabor a despedida.