España disfruta de una biodiversidad muy apreciada para los aficionados al turismo sostenible. Recientemente, tres territorios -La Granja y el Espinar, As Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo y la Tierras del Ebro- han recibido el diploma de la Unesco que les acredita como Reservas de la Biosfera, una excusa más para viajar a estos paraísos naturales.
En esta línea, el turismo, en su faceta más sostenible, es un gran aliado. Te proponemos un paseo por las tres zonas que han pasado a formar parte de este club, un itinerario muy verde.
La Granja y el Espinar
A 50 kilómetros de Madrid y en la provincia de Segovia, se encuentra este enclave muy recomendable para hacer una escapada del bullicio de la gran ciudad y disfrutar de un entorno natural único. Una extensión de 35.414 hectáreas, en la que vive una población de 14.000 personas, que incluye la montaña de Valsaín, una de las grandes zonas arboladas del país. La industria vidriera, el turismo y la agricultura a pequeña escala son las claves económicas de este territorio, que ofrece multitud de posibilidades.
Por supuesto, en esta Reserva de la Biosfera hay lugares imprescindibles para visitar, como el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso. Allí los monjes jerónimos tenían su granja y, en el siglo XVIII, llegó Felipe V para retirarse. El Palacio y los jardines sufrieron una importante modificación y ha sido residencia real hasta el reinado de Alfonso XIII. Entre lo que más llama la atención, los jardines, obra del arquitecto francés René Carlier, con sus fuentes decorativas, bosques y especies muy diversas. El Palacio Real abre de 10:00 a 18:00 horas, y los jardines hasta las 18:30. La entrada que permite el acceso al Palacio Real de la Granja y Colegiata, Palacio de Riofrío, Museo de Caza, fuentes, jardines y bosque cuesta nueve euros. Los niños, hasta 16 años, tarifa reducida de cuatro euros.
El Palacio Real de la Granja de San Ildefonso ha sido residencia real hasta el reinado de Alfonso XIII
Pero si llegas a este sitio atraído por su entorno natural, lo mejor es ponerte las zapatillas y disfrutar de las diferentes rutas de senderismo. En la Oficina de Turismo, te pueden informar de las sendas y caminos señalizados, como la ruta de las Calderas del Río Cambrones, el Camino de Pesquerías de Carlos III, la Cueva del Monje o la Calzada Romana. En este tiempo, los amantes del deporte blanco pueden acercarse al puerto de Navacerrada.
Después de este atracón de cultura y naturaleza, igual es el momento de buscar un sitio para saciar el apetito con los manjares de la tierra. El judión de la Granja, merece un capítulo aparte. Si ya estás decidido a escaparte a este pulmón verde y necesitas hospedaje, entre los alojamientos más valorados por los usuarios en esta zona se encuentran el Hotel & Spa Isabel de Farnesio, de cuatro estrellas, o la Casa Rural la Querencia de Valsaín.
Tierras del Ebro
Reúne numerosos ecosistemas, tanto interiores como costeros, que le han valido para el reconocimiento de la Unesco. Más de 360.000 personas viven en esta tierra en la que se practica la ganadería y, también, se están desarrollando experiencias de energías alternativas.
El río Ebro ha sido el eje de la historia y la economía de esta comarca, habitada por numerosas civilizaciones. La huella de su paso permanece en su legado cultural. Con el sello de la Unesco, se refuerza esta tierra donde payeses, pescadores, ganaderos y artistas han encontrado inspiración y su modo de vida. La capital del Delta, Tortosa, cuenta con un núcleo urbano gótico y renacentista de primer orden. De Reus se podría destacar su tradición comercial y el legado de Antoni Gaudí. Más al interior, la Ruta del Císter y los monasterios como el de Sante Creus y el de Poblet.
Entre los alojamientos de la zona es posible encontrar lugares como Marjal Alltjament, un edificio vanguardista y lleno de luz, para disfrutar de todo este tesoro verde.
Playas, arenales, juncos y cultivos se mezclan en este territorio
Entre las joyas naturales, el Parque Natural del Delta del Ebro, una gran llanura que incluyen desde cultivos hortícolas y de frutales y arrozales, de aspecto cambiante según las estaciones a paisajes lacustres. En su periferia, grandes extensiones de suelos salinos, además de las largas y desiertas playas arenosas. Desde el parque, que cuenta con numerosos servicios turísticos, se organizan salidas en grupo y se han diseñado itinerarios para hacer en bicicleta. Además del Parque, la Reserva de la Biosfera incluye diferentes sierras como la de Montsià o Pàndols-Cavllas o las islas del curso del río. Los que apuestan por el submarinismo, tienen un espacio a su medida que va desde L’Ametlla de mar hasta L’Ampolla para descubrir la colonia de plantas acuáticas y sus habitantes.
Volviendo a lo terrenal, también destacan los productos de la tierra, con los afamados vinos del Priorat. Y para viajes con niños, casi obligado salir de la tranquilidad de la naturaleza para adentrarte en Port Aventura. (Adultos 45 euros, niños 39 euros).
Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo
En este caso se trata de una reserva en la que viven unas 190.000 personas donde coexisten los ecosistemas de los ríos Mero y Mandeo, marinos y de montaña. Es, por tanto, un espacio con una diversidad ecológica muy extensa.
La Costa da Morte, con su naturaleza salvaje, aguas bravas y leyendas forma parte de esta tierra protegida, así como la Costa de Dexo, con el Faro de Mera reconvertido en un aula marítima. Estos son algunos de los atractivos que miran al mar. También Betanzos, un importante enclave pesquero y comercial que aún conserva un pequeño puerto y embarcaciones en la confluencia de los dos ríos, Mendo y Mandeo. Las Brañas do Meo o la Sierra da Cova da Serpe son otros de los lugares, tierra adentro, que pueden maravillar al visitante.
Una escapada por esta zona también permitirá vivir una experiencia gastronómica de primer orden. Los mariscos son el plato fuerte de la zona costera, que hay que maridar con los vinos de la tierra. Entre los restaurantes más recomendados se encuentra O Fragon, en Finesterre, con una cocina casera y una carta muy pendiente del mar.
Para descansar por la zona hay varias opciones. Hay alojamientos en los que se puede respirar la tradición gallega, como el Casal de Mouros, que se construyó en el siglo XVIII pero ya luce totalmente restaurada, o Casa Picoto, declarada Bien de Interés Cultural.