Los vehículos aéreos no tripulados, también conocidos como “drones” en el ámbito militar, son fruto de la tecnología aeroespacial, relativamente reciente en su desarrollo civil, y que ha llegado al campo para revolucionar la agricultura de precisión del siglo XXI.
Estos pequeños aviones, equipados con cámaras especiales, son capaces de tomar imágenes remotas, de teledetección, con una gran detalle, que permiten que el agricultor tenga a su disposición mapas que revelan el estado del cultivo: sus necesidades hídricas y nutricionales o la localización de focos de enfermedades.
Las imágenes obtenidas “nos permiten ver donde nuestro ojo no ve”, lo que es posible gracias a unos detectores que captan radiación fuera del denominado espectro visible, apunta a Efeagro el director del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS) del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Pablo Zarco.
Zarco explica que “mediante física analizamos la radiación que captan esas cámaras y, tras procesarla, generamos mapas de lo que realmente le interesa al agricultor” y, por ejemplo, las zonas en rojo indican estrés hídrico, zona en azul buen estado hídrico.
Estas aeronaves permiten “tener, de forma sencilla, una serie de datos a tu alcance, como si tuvieras un satélite a tu disposición, pero con un coste más reducido y con mayor precisión”, según detalla a Efeagro el responsable del área de sistemas no tripulados de Centro Avanzado de Tecnologías Aeroespaciales (Catec), Antidio Viguria.
Esto lo demuestra también el sistema desarrollado por el equipo de la investigadora del IAS-CSIC Francisca López-Granados, que usa “drones” para cartografiar los cultivos y detectar las zonas donde aplicar los herbicidas.