Niños paseando con burros. Foto: Cedida por Fundación Ecoagroturismo

Niños paseando con burros. Foto: Cedida por Fundación Ecoagroturismo

ECOAGROTURISMO

Ecoagroturismo, más allá de una chimenea en una casa rural

Publicado por: ALBERTO MATOS/EFETUR 19 de julio de 2016

¿Cansado de las vacaciones de sol y playa? ¿Te apetece cambiar pero eres de los que piensa que el turismo rural consiste en alquilar una casa en un pueblo o en la mitad del campo y aburrirte sin hacer nada? Eso es que todavía no conoces el ecoagroturismo.

Tres décadas después de la inauguración de la primera casa rural en España y tras superar lo peor de la más grave crisis económica de nuestra reciente historia, las pernoctaciones del turismo rural se situaron en 2015 cerca de los 8,7 millones. Una cifra que, en los primeros cinco meses del presente año, se ha incrementado en un 7,18%.

Concebido, en un principio, para “proponer un contacto real con la naturaleza a partir de conceptos como la salvaguarda”, entre otros, “de la producción primaria, los elementos tradicionales del entorno rural, la artesanía y la cultura local”, el turismo rural “ha acabado desvirtuándose y en la actualidad se resume a pasar un tiempo entre familiares y amigos en un espacio que les permita encender una chimenea y estar tranquilos”.

Así se ha expresado, en una entrevista mantenida con Efetur, el presidente de la Fundación Ecoagroturismo, Severino García, quien, por otro lado, admite que esa tendencia “está cambiando y el turismo rural se rige ahora por los preceptos del ecoturismo y del agroturismo, con los que se da forma a una nueva modalidad turística conocida como ecoagroturismo”.

Esta nueva corriente se está manifestando de manera especial “en España”, donde “las clases medias que no han sucumbido a la recesión, especialmente urbanitas residentes en Madrid y Barcelona, parecen decididas a abandonar la vorágine del consumismo y a apostar por la sostenibilidad”.

En este sentido, “en estos momentos, los padres se preocupan por los alimentos que les dan a sus hijos”. Y no solo eso, también quieren que “conecten con la naturaleza y aprendan de dónde viene lo que comen”. Para ellos, el ecoagroturismo se reserva un sinfín de actividades.

El ecoturismo desde un punto de vista práctico

Los recursos ecoagroturísticos -representados habitualmente por todo tipo de explotaciones agropecuarias- “están gestionados, en general, por familias urbanitas que se han acomodado en edificios rehabilitados y han optado por trabajar en el campo”.

Dependiendo del lugar y de la época del año, las actividades que estas instalaciones ofrecen a los turistas abarcan desde “la producción de cereales, leguminosas, almendras, algarrobas, frutas, uvas y aceitunas hasta la cría de cerdos, vacas, cabras, caballos, gallinas e, incluso, avestruces”.

Paralelamente, cada vez más explotaciones ecoagroturísticas proponen también la realización de talleres, en los que los huéspedes pueden “aprender a elaborar productos artesanales como quesos, panes, mermeladas, conservas, vinos, pizzas, mieles, licores, yogures, sidras, embutidos…”, así como estrenarse en el arte de manufacturar “tintes naturales, cosméticos, compostaje o madejas de lana”.

Y como no solo de pan vive el hombre, a las actividades ecoagroturísticas también se pueden sumar otras como el senderismo, la observación de aves, la equitación, el cicloturismo, la micología, el montañismo, el barranquismo, el piragüismo, el parapente, el esquí, las rutas en burro o las técnicas de construcción.

Se trata, en definitiva, de que “cada cual pueda elegir qué hacer para pasar sus vacaciones, sin ningún tipo de presión ni compromiso”.

Niño recolectando patatas. Foto: Cedida por Fundación Ecoagroturismo
Niño recolectando patatas. Foto: Cedida por Fundación Ecoagroturismo

Radiografía del ecoagroturismo en España

La Fundación Ecoagroturismo, que ahora cumple 10 años, fue creada con el objetivo de aglutinar en una misma red a las empresas y asociaciones que, hasta entonces, habían propuesto actividades ecoagroturísticas por su cuenta y que a día de hoy “se acercan a la centena”.

Aunque la ubicación de su sede en Asturias “es casual”, es precisamente en la cornisa cantábrica y en el norte de Castilla y León donde  “mayor concentración de recursos agroturísticos hay”. No en vano, fue precisamente en esa zona donde surgió en España el turismo rural, beneficiado por la inexistencia de una competencia directa con el turismo de costa o montaña.

En la actualidad, “entre un 5 y un 10% de las personas que practican turismo rural pueden ser considerados ecoagroturistas”, si bien “la cifra es muy difícil de precisar”. En cualquier caso, se sabe que “alrededor del 40% de los ecoagroturistas se corresponde con familias que llegan desde el extranjero, especialmente de países como Francia, Alemania, Inglaterra y Holanda”, donde están habituados a consumir productos ecológicos desde hace años.

Nacionales y foráneos suelen invertir alrededor de una semana en la práctica del ecoagroturismo en verano mientras que, en temporada baja, las pernoctaciones se reducen a entre 2 y 4 días, dependiendo de si se trata de fines de semana o de puentes.

Localizar y acceder a cualquiera de estos establecimientos era, hasta la creación de la web de la Fundación Ecoagroturismo, una auténtica odisea. Ahora, aunque dicho portal no permite realizar reservas, sí ofrece datos de contacto, precios y una amplia descripción de las instalaciones y sus actividades.