El escritor y abogado, Francisco José Chaparro Díaz, asegura que "no hay una varita mágica para solucionar la despoblación" tal y como explica en su reciente obra "La Andalucía vaciada" en la que desglosa la casuística de este fenómeno en esta comunidad autónoma.
Tras la publicación de su libro el pasado mayo, el autor analiza en una entrevista con Efeagro los diferentes factores del territorio vaciado en Andalucía, con una tendencia que es diferente en cada sitio, pero con similitudes entre sí.
PREGUNTA (P): ¿Cuál fue su inspiración para escribir este libro?
RESPUESTA (R): El libro surge de una vivencia personal. Nací en un pueblo pequeño de la Sierra Norte de Sevilla que se llama Guadalcanal, rondaba los 4.000 habitantes y llegó a tener 7.500 en los años 40. A día de hoy difícilmente llega a los 3.000, aunque tiene mucha población flotante.
P: En el libro se enfoca en la Andalucía vaciada, pero también ejemplifica otros territorios que sufren despoblación. ¿Qué se puede hacer ante esta realidad?
R: No hay una varita mágica que te dé una solución al problema, Andalucía es un territorio tan grande que cada comarca tiene sus peculiaridades.
Sí es verdad que hay un elemento común y es el papel que tiene la administración pública, bien directamente incidiendo con sus políticas sobre el territorio o bien en relación con la iniciativa privada, que es la clave para poder entender este problema a día de hoy.
Es fundamental que las políticas públicas se pongan en consonancia con la iniciativa privada, esto es, no sólo dotar a estos territorios de infraestructuras, sino también fomentar como caldo de cultivo que la iniciativa privada pueda florecer.
P: En cuanto a las políticas de la Unión Europea, ¿Cómo se pueden mejorar?
R: El problema de las políticas europeas es que cuando tú tienes que legislar para una población tan grande y tan diversa como la europea, tienes que sumarle las causas particulares. Ahora eso hay que extrapolarlo a nivel europeo, es decir, la realidad de Polonia no tiene nada que ver con la realidad de España.
La Andalucía vaciada es el resultado de una España que cada vez se está quedando más aislada a falta de instituciones públicas y privadas que pongan todo su ahínco en solucionar un fenómeno que arrastra el relevo generacional y la falta de oportunidades y servicios.
P: Andalucía es tierra de agricultura, ¿Cree que la falta de este relevo generacional, en relación a la falta de agricultores y ganaderos, está relacionado con este desplazamiento de población?
R: Sí, sin duda. Cuando llega el siglo XX y la revolución industrial provocan un cambio en el modelo productivo, en la relación con la tierra, empiezan a parcelar los terrenos y aparece la maquinaria industrial. Esto hizo que se produjera un excedente de mano de obra y al mismo tiempo la aparición de los cinturones industriales en las grandes urbes.
Y esto ha derivado en que, generación tras generación, década tras década, cada vez haya menos gente en el campo.
Hoy día nos encontramos con una realidad tremenda, y es que hay muchos propietarios que teniendo tierra para explotar no tienen quien continúe con su oficio y tienen que mal venderla o agruparlas en cooperativas.
P: Y en esta evolución se cruzó un invitado sorpresa, la pandemia, con un efecto positivo como el empuje del turismo rural.
R: La pandemia nos ha demostrado que había alternativas.
En el caso del turismo rural, la pandemia sirvió para relanzarlo un poco, puso de manifiesto que el flujo migracional, el de población flotante, se produce ya de una forma más recurrente y más habitual del que anteriormente existía.
El sector servicios se está desarrollando a la par que el turismo rural y se ha conseguido que se mantenga a flote y empiece a crecer en base a este sector.
Es una alternativa muy válida que está sirviendo para reconfigurar estas pequeñas localidades.
