Es sostenible, no genera impactos medioambientales y permite acceder a una perspectiva generalmente inédita de la naturaleza a 300 metros sobre el suelo: el viaje en globo se ha convertido en un original y demandado modelo de turismo de naturaleza.
A su amplia variedad de ecosistemas, España suma las condiciones meteorológicas idóneas para viajar en globo, un transporte que nació en el siglo XVIII y que se reinventa ahora para acercar la biodiversidad al turista en armonía con el entorno.
Un espacio “excepcional” para vivir esta experiencia es la provincia de Segovia, en la zona ubicada a los pies de la sierra de Guadarrama, que actúa como una “barrera natural” para frenar la meteorología adversa, según explica a Efeverde el piloto de vuelo aeroestático y socio de la empresa ‘Siempre en las Nubes’, Cristian Biosca.
Corzos, zorros o aves rapaces son algunas de las especies que habitan en la región y pueden contemplarse, desde la ribera del río Eresma hasta los campos de cultivo.
“El turista puede observar los animales en su vida cotidiana con una nueva perspectiva y sin peligro de asustarlos”, ha explicado Biosca, quien destaca que cada vez tienen más clientes que “prefieren sobrevolar los campos aledaños a Segovia y disfrutar de los parajes naturales antes que de su casco urbano”.
Volando con aves
Entre los aficionados a esta nueva forma de aproximarse al mundo campestre figura el divulgador medioambiental Joaquín Araújo quien está “feliz” de otear desde lo más alto el paisaje segoviano “bajo un techo de trinos de alondras, mirlos y ruiseñores”.
En su último viaje, han observado tres especies de aves volando a su lado: el milano negro, el milano real y el aguilucho cenizo…, “unos magníficos voladores a los que no es frecuente ver juntos por los cielos”, explica el naturalista.
Araújo participó en la iniciativa “Encuentros Bazar” y aprovechó este encuentro para recordar que “es un disparate pretender vivir de espaldas a la Naturaleza”. Por ello, apeló a la “gran responsabilidad” de los medios de comunicación a la hora de mejorar la conciencia ambiental de los ciudadanos, puesto que “es necesario incorporar esos valores en la vida cotidiana” a través de una permanente educación.
Este experto, que asegura haber plantado un árbol por cada uno de los días que ha vivido, reconoce que disfruta “contemplando la vida animal” desde su parcela en el campo extremeño donde “observo el mundo de manera panorámica”, pero también destaca “la paz absoluta y la armonía con la naturaleza que genera el paseo en globo”.
Un viaje de una hora a bordo de esta ecológica aeronave, que depende para sus desplazamientos de la dirección del viento, cuesta unos 150 euros por persona en una barquilla de mimbre ocupada por hasta diez personas más el piloto, aunque hay diferentes precios según las posibilidades de los vuelos.
Biosca lamenta que la mayor parte de los clientes “monta una sola vez y, aunque les gusta, no suele repetir por considerar que es algo que se hace sólo una vez en la vida”.