“La madre de Cris” se llama Pilar Molina, vive en Granada y hacía una tarta de queso que su hija Cristina Orta popularizó entre sus amigos. A día de hoy es un negocio familiar que le supone hornear hasta 300 unidades al día. Ya ha llegado incluso a Alimentaria.
“La madre de Cris” ha sido profesora de Lengua y Literatura y ahora está jubilada, como su marido, Juan Orta, farmacéutico de profesión, quien también se ha enrolado en el proyecto y es quien se encarga la gestión económica del mismo.
“La madre de Cris” empezó en 2014 con un local minúsculo cerca de la catedral de Granada en el que ofrecían el producto a modo de “degustación” porque no se atrevían a pedir dinero por sus elaboraciones.
“La madre de Cris” ha unido a su idea a sus hijas, Cris, que tiene tienda en Málaga, y a Marta, que hace lo propio, vender las tartas que elabora su madre desde Sevilla.
“La madre de Cris” presume, como cualquier progenitora, de su otro hijo, Pablo, que estudió comunicación y ahora también trabaja en esta iniciativa familiar que arrancó de una manera casi anecdótica.
“La tarta de la madre de Cris” se vende en restaurantes, en tiendas gourmet, a través de internet desde donde llegan pedidos incluso de Bélgica, pues se hace envíos en frío.
“La madre de Cris” hace versiones de su tarta con queso azul y curado y ha diversificado la producción con tarta de coco y dulce de leche, chocolate y arándanos, tres chocolates y zanahoria.
“La tarta de la madre de Cris” ha visitado ya el Salón Gourmet de Granada, Madrid y desde el pasado lunes se puede degustar en el Salón Alimentaria de Barcelona, donde la familia hace gala de su simpatía y ofrece esa delicatessen a los visitantes que recibe en el pabellón de Andalucía.
“La tarta de la madre de Cris” está cosechando galardones como una de la mejores recetas de esta elaboración clásica y cuenta con una de las puntuaciones más altas en portales de referencia como TripAdvisor.
Si le preguntas por el futuro del negocio, como todas la madres, “la madre de Cris” responde que está en sus hijos, de quienes espera que puedan seguir con el negocio que ha cocinado a fuego lento, con respeto al producto pero sin dejar de innovar, en su segunda actividad.
“La madre y el padre de Cris” llevan la ilusión de los emprendedores y el valor de la familia en los ojos, la comunicación no verbal evidente incluso detrás de la mascarilla.
“La madre de Cris” hace un tarta que está buenísima.
