¿A cuántas personas dejas entrar en tu casa en quince días? ¿Y si vivieras en una casa con un patio lleno de macetas cuidado con esmero durante todo el año?
Ya está todo previsto para una nueva edición del Festival y Concurso de los Patios Cordobeses.
Es, con mucha diferencia, la fiesta más auténtica del Mayo cordobés que por propia acumulación de actos arranca en abril, con la Cata del Vino de Montilla-Moriles y culminará con más de una semana de Feria, pasando por las Cruces de Mayo, que comienzan en un par de días.
Vivir los Patios es una experiencia netamente cordobesa, que anima a pasear relajadamente por el entramado de callejuelas de barrios que no aparecen en los itinerarios turísticos convencionales -centrados casi en exclusividad en el eje Mezquita-Judería-.
En el imaginario colectivo, las paredes blancas encaladas, repletas de macetas de todos los colores, dispuestas en algo muy parecido a lo que hoy llaman los interioristas jardines verticales. Completan la escena otros elementos arquitectónicos como rejas, antiguas pilas de lavar o pozos.
Pero a la imagen que se llevan los turistas cada año les suele faltar la esencia. Pocos, después de hacer cola y lograr el encuadre más colorido, se detienen a convivir, a conversar con los propietarios de estos lugares que son la historia viva de una ciudad. Puede resultar muy enriquecedor preguntarles cuánto tardan en regar y preparar sus casas para el disfrute de los turistas, qué les lleva a vivir lejos de las grandes avenidas y de los barrios donde los servicios están más a mano o qué futuro tienen estos patios y, por tanto, esta fiesta.
Ya no habrá por tanto ocasión de ver sus macetas y sus plantas, pero sobre todo de conocer sus orgullosas y enormes sonrisas, la que lucen los típicos abuelos cordobeses.
Y para muestra un botón. Este año hay bajas, como la del Patio de Guzmanas 4, que no está en el concurso porque sus moradores, Ricardo Villar y Manuela Lorente, son ya muy mayores. Ya no habrá por tanto ocasión de ver sus macetas y sus plantas, pero sobre todo de conocer sus orgullosas y enormes sonrisas, la que lucen los típicos abuelos cordobeses. Ni de escuchar la historia de cómo sus manos levantaron este patio, que incluso llegó a ganar algún premio, piedra a piedra. Seguro que la abuela Manoli y el abuelo Ricardo, mis abuelos “segundos”, echarán de menos el jaleillo de estos días y a los turistas que les visitaban cada año.
Y es sólo un ejemplo, pues cada patio encierra una historia única de constancia que no cabe en una instantánea, aunque se cuente con el mejor palo selfie.

Si te acercas a Córdoba estos días para visitar los Patios, una parada obligada es el Patio de calle Marroquíes, de los más grandes y curiosos en el entorno de Santa Marina. San Lorenzo y San Agustín o San Pedro, son barrios de Córdoba que conservan la idiosincrasia de la ciudad intramuros, donde no hay hoteles, se respira, se vive y se pasea sin estrés, se habla con las vocales muy abiertas y donde circular en coche no es lo más recomendable.
Hay tabernas salpicadas aquí y allá, donde probar las exquisiteces de la cocina tradicional sin alardes, como la de las Beatillas, un must, como dirían los foodies. Para bolsillos algo más desahogados, La Cuchara de San Lorenzo, donde no faltan los clásicos como el salmorejo o el flamenquín pero donde también hay elaboraciones como el sashimi de pescado salvaje.
Los Patios, información útil
Desde que en 2012 fue declarada una Fiesta Patrimonio de la Humanidad el interés turístico no ha dejado de crecer, lo que ha supuesto un auténtico problema logístico, pues los Patios que entran en concurso se encuentran en el entramado del Casco Histórico.
La entrada es “libre y gratuita” aunque habrá controladores y un plan de movilidad para evitar las aglomeraciones. Lo ideal es ir de Patios entre semana y, sobre todo, no perder el tiempo en colas. Hay 60, los 46 del concurso y 14 fuera del mismo. Entre ellos, el Patio de la Cancela en el Palacio de Viana, el del Museo Fosforito, en la Plaza del Potro o el del Archivo Histórico Provincial, en la calle Pompeyos.
Los que participan en el concurso estarán abiertos del 2 al 14 de mayo, ambos incluidos, de 11.00 a 14.00 y de 18.00 a 22.0 horas.
En paralelo al Festival de Patios, hay un programa de conciertos y espectáculos que se pueden ir entrometiendo entre tapeo y patios. Sí, te puedes deleitar con un concierto de violoncelos en el Patio de las Campanas o ver a los participantes en el Festival Primavera Garrapatera, con Canijo de Jerez o el Kanka en el cartel. También hay hueco para el flamenco, la copla y actividades para niños.
En resumen, unos días para disfrutar de la hospitalidad, que es una seña de identidad de los moradores de estas casas en las que el patio era y, sigue siendo, un lugar de convivencia. Si tienes la suerte de poder ir a los Patios, no los visites sólo para hacerte fotos, ¡convive!