Después de tres años y medio de negociaciones, la Unión Europea ha culminado la segunda reforma agrícola más profunda de su historia. Los eurodiputados de todos los grupos políticos coinciden en que la pelota está ahora en el tejado de los gobiernos, encargados de impulsar los planes nacionales de aplicación de la PAC. 

Entre las asignaturas pendientes queda la vigilancia de las importaciones de terceros países que entran en el mercado único sin cumplir con los estándares que se exigen dentro de la Unión Europea. España ha pedido igualdad de condiciones para los productos de dentro y fuera de la UE.

Las organizaciones agrarias consideran que las nuevas exigencias ambientales de las políticas europeas deben ser compensadas con más fondos y han salido a las calles para protestar por unos precios dignos en el campo en medio del aumento de los costes.

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