El sector pesquero español lleva tres meses adaptándose a una nueva forma de proceder motivada por la obligación de desembarcar todas las especies capturadas, una situación que transcurre razonablemente bien, según el Gobierno, pero que genera algo más de inquietud entre el sector.
Esa sensación se desprende de la opinión que ha pulsado Efeagro en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, entre las cofradías de pescadores y entre los armadores quienes, eso sí, tienen claro que la experiencia les dará los mimbres necesarios para adaptarse perfectamente a esta nueva exigencia normativa de la Unión Europea.
Groso modo, la norma impide que los barcos tiren por la borda las especies no deseadas (los conocidos descartes) por lo que tienen que desembarcarlas y además esas capturas computan en el volumen total de cuotas asignadas a un buque, por lo que es necesario una gestión eficaz para evitar que quede amarrado a puerto por sobrepasarlas.
Desde el Ministerio, la secretaria general de Pesca, Alicia Villauriz, asegura que se están adaptando mejor de lo que pensaban a esa prohibición de descartes, pero admite que es una norma “compleja” y que no es lo mismo verla plasmada sobre el papel que llevarla a la práctica.
Han sido tres meses para el aprendizaje en los que también se han encontrado con imprevistos a los que se ha reaccionado “de forma positiva”.
Imprevistos como el surgido con la denominada “flota de los 300” que hasta ahora descartaban pequeñas capturas de caballa -ya que para ellos no era la especie principal- pero no habían previsto cuotas específicas para cubrir lo que antes eran esos descartes, ahora prohibidos.
Era una situación con la que “no contábamos en un inicio, la hemos detectado y le hemos dado una solución”, subraya Villauriz.
El objetivo fundamental es que ningún barco tenga que quedarse amarrado a puerto porque haya sobrepasado sus cuotas y para ello “se ha tenido en cuenta la situación particular de cada uno”.
Los armadores ven riesgos
La secretaria general de Pesca ha destacado asimismo el plan de formación que han implementando con todos los puertos españoles y en el que también están involucradas las comunidades autónomas y el sector para desarrollar una comunicación “eficaz” sobre todos los aspectos prácticos de la normativa.
Villauriz resume la situación asegurando que tanto las administraciones como el sector están “aprendiendo” y necesitarán aún “una serie de años” para ajustarse bien a las exigencias de Bruselas.
Desde la patronal española de armadores (Cepesca), su secretario general, Javier Garat, indica que siguen “con mucha incertidumbre” su aplicación y especifica el caso del besugo, una especie accesoria para la que tienen poca cuota por lo que si no existe una buena organización “puede que se agote en poco tiempo” y lleve a la paralización de algunos barcos.
Según Garat, “se podría prever que iban a ocurrir estas cosas” ya que es una norma “que nunca” debería haber quedado así.

No obstante, su aplicación “no está siendo tan desastrosa” gracias a los mecanismos de flexibilidad que se aprobaron, entre ellos, los “minimis” que permiten a los operadores descartar un pequeño porcentaje de capturas: “Todavía estamos en ‘minimis’ pero se agotarán y habrá que desembarcar”.
Garat dice que el riesgo de paralización de la flota “está ahí” aunque asegura que el objetivo de las administraciones es que eso no ocurra y para ello han aprobado no sólo esos “minimis” sino otras acciones como el “slipping” -abrir la red y liberar las capturas antes de subirlas a bordo- o una mayor flexibilidad para usar cuotas por adelantado.
Para Garat, el sector “está pagando la inexperiencia de una gestión que es nueva” pero confía en su progresiva adaptación.
La caballa, prueba de fuego
El presidente de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores, Basilio Otero, indica que se están amoldando “poco a poco” gracias a ese tipo de mecanismos “favorecedores”.
Para las cofradías, la prueba de “fuego” será la campaña de la caballa que ya ha comenzado en el norte de España: “Será el punto de partida de esta obligación de los desembarques y, una vez que acabe, veremos cómo nos estamos ajustando a esa situación”.
A la espera del fin de esa campaña, relevante para las cofradías, asegura que tienen “mucho miedo” y muestra su “preocupación” al respecto.
En todo caso, espera que el sector y la Administración española trabajen para que “ninguna flota” quede parada.
La pesca española sigue por tanto faenando, atenta a esa normativa comunitaria que entró en vigor el 1 de enero y que ha marcado un antes y un después en su labor diaria y para cuya plena adaptación, intuyen, tendrá que pasar más tiempo.