Vive en una cabaña, rodeado de naturaleza y animales. Sin conexión a Internet, ni televisión. Un pastor que se resiste a ir con los tiempos y que produce el rico queso Gamonéu.
Vivir solo, en lo alto de los Picos de Europa, con la única compañía de la naturaleza y los animales, en una cabaña sin cobertura, televisión, ni conexión a internet; ese es el día a día de Antonio Fernández, uno de los cuatro productores de queso Gamonéu que quedan en Picos de Europa.
Un producto que está en peligro de extinción por la ausencia de relevo generacional y la dureza de las condiciones del proceso de producción, que obligan a pasar seis meses en la montaña, con la amenaza permanente de los lobos y la falta de continuidad de la actividad ganadera.
Eso sí, los verdaderos amantes del queso saben apreciar la calidad del producto, como muestra que la cocinera catalana Carme Ruscalleda, con tres estrellas Michelín, le haga personalmente pedidos para elaborar recetas en su restaurante de Sant Pol de Mar.
Antonio, pastor desde que tiene uso de razón, asegura que para este oficio lo primero que hace falta es “ilusión” y “ganas”: “Si no te gusta esto, te aburres; es una carrera sin estudios, mucho más dura de lo que la gente cree”.
Desde que se levanta a las cinco y media de la mañana a ordeñar la leche hasta que cae la noche, no para de trabajar: “Hay mucho que hacer, estoy en movimiento sin parar”.