Los hogares españoles redujeron un 2,3 % el desperdicio de alimentos durante el otoño y el invierno 2015-2016, respecto al mismo período del curso anterior. Así lo confirmó ayer el director general de Industria Alimentaria, Fernando Burgaz.
Burgaz destacó esta caída durante una conferencia de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre desecho alimentario, celebrada en el Consejo Económico y Social. No obstante, recordó que se trata de un descenso que afecta a la mitad del año (otoño-invierno) en la que los ciudadanos tiran menos comida, en comparación con el semestre de primavera y verano, cuando se desaprovecha más. Burgaz presentó los análisis del Panel especial del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente que cuantifica el desperdicio doméstico y detalló que los hogares españoles desechan cada semana 25,5 millones de kilos de alimentos (el 4,5 % del total de la cesta de la compra) y al año, 1.325 millones de kilos de comida.
Los hogares españoles desechan cada semana 25,5 millones de kilos de alimentos
En ocho de cada diez familias (80 %) tiran alimentos sin procesar, como verdura o pan, por no considerarlos en buen estado; y un 20 % desperdicia comida ya cocinada o preparada.

Todos contra el desperdicio
Representantes de los agricultores, industrias, supermercados, bancos de alimentos y consumidores han defendido que es fundamental concienciar al ciudadano sobre su responsabilidad para frenar el desperdicio. La coordinadora de Alimentación de OCU, Gemma Trigueros, ha apuntado que un 72 % de los consumidores que tiran alimentos lo atribuye a que “no se organizan bien” con la compra; un 50 % porque no los congelaron en su momento y un 37 % porque sobró comida en el plato.
Un 28 % de la superficie de siembra mundial se cultiva para desperdicio.
El responsable técnico de economía agraria de COAG, Álvaro Areta, ha abogado por ajustar las producciones a las demandas del consumidor, porque según la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) un 28 % de la superficie de siembra mundial se cultiva para desperdicio. Areta ha remarcado que el agricultor a veces no recoge sus cosechas porque los costes son superiores al precio que recibe, además de añadir que los compradores usan el desperdicio “como arma comercial de negociación” y elevan sus exigencias si, por ejemplo, adquieren fruta en una campaña de mayor abundancia.
La directora de Competitividad de la Federación de las Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), Paloma Sánchez, y el director general de la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas), Ignacio García Magarzo, hicierion hincapié en que las “mermas” perjudican a las empresas y van contra su economía, por lo que están innovando para reducirlas. García Magarzo aseguró que en sus establecimientos las pérdidas oscilan entre el 0,2 % y el 1 %, y que los supermercados hacen donaciones de 13.000 toneladas anuales de productos que después son consumidos.
Desde Bruselas
Por su parte, los ministros de Agricultura de la Unión Europea propusieron ayer facilitar las donaciones a organizaciones de caridad como mecanismo para reducir la cantidad de desperdicios y alimentos caducados que no llegan a ser consumidos por el ser humano. Para ello, han pedido levantar las barreras legales que impiden la donación de alimentos a las instituciones de caridad. De hecho, piden fortalecer la gestión de la cadena de suministro de alimentos y fomentar la cooperación entre los diferentes actores del sector para minimizar la cantidad de alimentos no vendidos.
La idea es involucrar a los fabricantes, distribuidores y proveedores, así como a los bancos de alimentos y las organizaciones de caridad, junto a los estados miembros. El texto también pone el acento en controlar que los distribuidores no presentan productos no vendidos como no aptos para el consumo humano.