Las empresas del aceite de orujo han pedido apoyo al Gobierno para impulsar un ambicioso plan de I+D+i que permita modernizar esta industria, rentabilizar la venta de este producto, así como la de biomasa y la cogeneración eléctrica, al tiempo que mejorar su eficiencia ambiental.
El ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, recibía ayer a una delegación de la Asociación Nacional de Empresas de Aceite de Orujo de Oliva (ANEO), encabezada por su presidente, José Luis Maestro Sánchez-Cano.
Maestro explicaba a Efeagro que desde Aneo -que aglutina a refinerías, orujeros, repasadores, empresas de cogeneración eléctrica y cooperativas, entre otras- han pedido a Arias Cañete su apoyo para sacar adelante este programa, aunque eludió de momento avanzar cuáles serían las inversiones necesarias.
De igual forma, solicitó al ministro la incorporación de ANEO a la Fundación Patrimonio Comunal Olivarero (PCO) y al Consejo Oleícola Internacional (COI), según puntualizó el presidente, quien remarcó que “hemos contado con su apoyo y creemos que puede que salga adelante; creo que nos va a apoyar”.
Remarcó la importancia del trabajo de este tipo de empresas, que procesan los lodos procedentes de las almazaras para obtener “el segundo mejor aceite de oliva del mundo”, el de orujo de oliva, al tiempo que operan en el segmento de la biomasa o la cogeneración.
“Creemos que un proyecto de I+D+i apoyado desde la Administración podremos afrontar procesos y obtener incluso más subproductos en el proceso”, argumentó.
En el apartado medioambiental, el sector tiene que “seguir avanzando” en aspectos relacionados con la emisiones de partículas y también puede optimizarse el proceso de extracción del aceite de orujo, que sigue siendo su actividad principal.
Exportación
Sobre la situación de mercado, el sector tiene en la exportación ya el 80 % de sus ventas, con EEUU, China, Japón o países árabes entre los destinos.
La exportación “salva” la cuenta de resultados de estas compañías que tuvieron que volcarse en el mercado exterior a partir de la alerta alimentaria de 2001 que supuso el “desastre” y la “ruina total” del sector y provocó el cierre de empresas.
Las ventas exteriores “van en ascenso año tras año”, concluye.