Para reducir la ingesta de azúcar, sal y grasas saturadas no hace falta una cruzada contra los postres, sino disminuir los ultraprocesados en todos eslabones de la pirámide nutricional, según el Dr. Mario Alonso Puig, especializado en cirugía general del aparato digestivo.
Según explica en una entrevista con Efeagro, no ve necesario eliminar la categoría en la que están incluidos los dulces, la bollería, las grasas untables o los aperitivos salados -ubicados justo en la parte superior de dicha pirámide-, sino que aboga por un cambio en los hábitos alimenticios y más educación para que la población opte por comida menos tratada.
“Curiosamente, por contraintuitivo que parezca, muchas veces entra mas azúcar en el cuerpo por los alimentos altamente procesados que por tomar postres no procesados. Hay que tener mucho cuidado”, recuerda, en referencia al exceso de consumo de bollería industrial, bebidas gaseosas o embutidos.
Los ultraprocesados son el resultado de formulaciones industriales elaboradas a partir de ingredientes refinados (azúcar, almidones, aceites vegetales, sal) o sintetizados (grasas ‘trans’, proteína hidrolizada o aditivos).
A su juicio, no es necesario retirarlos, porque en su opinión lo más importante es consumir aquello que favorezca al cuerpo, como fibra, minerales, ácidos grasos poliinsaturados u oligoelementos, que eliminar alimentos de poco aporte nutricional.
“Yo diría que es necesario hacer énfasis en aquellas cosas que son saludables y ser más cuidadoso en las cantidades de las que no lo son”, resume durante el encuentro, organizado en el marco del XII aniversario del Instituto Tomás Pascual Sanz, celebrado en Madrid.

Esta decisión de consumo, sin embargo, solo será posible cuando la población sea realmente consciente del impacto que la alimentación tiene en el cuerpo, algo que para este experto se puede lograr con más educación.
Preguntado por la apuesta de muchas cadenas de alimentación por las proteínas vegetales con apariencia de carne convencional, se muestra a favor de que haya “una inclinación hacia lo vegetal”, aunque pone el acento en que depende del tipo de procesamiento al que haya sido sometido dicho producto para saber si es más beneficioso o menos.
“El ser humano evolucionó en gran parte porque consumió productos de origen animal como pescado y animales que cazaba”, por lo que obtener todos los nutrientes que aporta de otra manera es “un error”, a su juicio.
La dieta mediterránea, la más adecuada
Considera que la alimentación saludable está en línea con la dieta mediterránea -que en el caso de España implica apostar por productos de proximidad- y lamenta que “no se aprovecha suficientemente bien la oportunidad que supone vivir” en esta región.
“No es lo mismo tomarte una manzana que han producido en tu propio país, que te llega rápidamente, a una que te viene de gran distancia con ceras añadidas a la piel. Ya no sirve lavar esa cera, sino que tienes que quitarle la piel a la manzana”, razona.
La alimentación influye también en la mente
Para este especialista, practicar una alimentación saludable no solo influye en el estado físico, sino también en la mente, ya que algunos productos consumidos en exceso pueden afectar al estado de ánimo o a la salud mental.
“Cuando tenemos una nutrición inadecuada, por ejemplo con exceso de azúcares, es mas fácil que desarrollemos un cuadro de ansiedad o de depresión”, asegura, tras resaltar que puede pasar al contrario: una alimentación adecuada puede hacer que el cerebro produzca de manera adecuada neurotransmisores para su correcto funcionamiento.
Por ello, apunta a “superalimentos” que pueden ser beneficiosos para el cuerpo -nueces, aguacates y peces marinos de tamaño pequeño (por contener menor concentración de metales pesados)-, que son ricos en ácidos grasos poliinsaturados.
A todo ello suma la importancia de practicar ejercicio físico como otro de los factores clave para el bienestar físico y mental. EFEAGRO