Cristóbal Colón oró, según la tradición, en Vegueta, en Las Palmas de Gran Canaria, antes de partir hacia América.
Catorce años antes, el capitán Juan Rejón instaló en esta zona de Gran Canaria un campamento desde el que dirigir la conquista de la isla, a la vez que ponía los cimientos de un barrio en el que las fachadas de las viviendas son la mejor guía para conocer cinco siglos de historia.
El Conjunto Histórico de Vegueta atesora una amalgama de estilos arquitectónicos que van desde el gótico hasta el neoclasicismo, repartidos entre centenares de edificios que conforman, junto al barrio de Triana, la primera ciudad realenga del archipiélago.
Para los interesados en descubrir el pasado medieval de Las Palmas de Gran Canaria, el profesor de Arte de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Juan Sebastián López aconseja detenerse contemplar algunos domicilios particulares, donde aún hay restos góticos como arcos conopiales o algún alfiz, elemento estilístico propio de la etapa de los Reyes Católicos, como el de la portada del Palacio Episcopal.
La catedral
El sello de un gótico tardío también aparece en el interior de la catedral de Santa Ana, en los arcos apuntados de las capillas, en las estrechas ventanas inferiores o en las bóvedas con nervios.
El primitivo núcleo fundacional del entorno de la ermita de San Antonio Abad se vio enriquecido con el tiempo con la llegada de una aristocracia que asiste al inicio de Vegueta como núcleo de poder. En la zona, se construyeron el antiguo Cabildo, la Audiencia, el Santo Oficio, el Palacio Episcopal y la catedral. Mientras tanto, Triana quedaba relegada a núcleo comercial.

En las primeras décadas del siglo XVI, Las Palmas de Gran Canaria se proyecta como una ciudad renacentista articulada en torno a la construcción de la Plaza Mayor de Santa Ana, donde van a confluir las sedes de los principales centros de poder de Canarias. El modelo de Santa Ana será el precedente más inmediato de las plazas de las ciudades coloniales del Nuevo Mundo.
Tal vez, la catedral de Santa Ana sea el mejor exponente del Renacimiento. Del estilo que triunfa en la península durante el reinado de Carlos V y Felipe II, la catedral conserva arcos de medio punto o las pilastras de la capilla de Nuestra Señora de Antigua. La fachada principal, realizada en el siglo XVIII cuando aún continuaban las obras del edificio, es de estilo neoclásico.
La Puerta del Aire de la catedral, con reminiscencias de un Renacimiento ya del siglo XVII, comunica con el Museo Diocesano destinado a acoger una colección de arte sacro, formada por piezas realizadas en talleres del archipiélago o traídos del exterior como resultado de la relación entre Canarias , América y los Países Bajos.
En el solar norte de la catedral, la arqueología ha recuperado para la ciudad restos de primitivas construcciones como la plaza de Los Álamos, el Hospital de San Martín y la iglesia del Sagrario.
De aquellos trabajos realizados en 2010, el arqueólogo Marcos Moreno destaca la intervenciónen el osario, “donde se recuperó una cantidad innumerable de huesos”. Ese espacio se construyó en el siglo XVIII para recibir los huesos del cementerio cercano, ubicado en las cercanías de la actual calle Obispo Codina.
Colón en Vegueta
Uno de los principales atractivos culturales y turísticos de Vegueta es el de formar parte de la ruta de Cristóbal Colón en su periplo hacia el Nuevo Mundo. La avería de la carabela La Pinta parece ser el motivo por el que el almirante se dejó ver por Vegueta.
La tradición lo sitúa orando en la ermita de San Antonio Abad y la historia le ha reconocido su paso por la isla con la creación de la Casa Colón, dedicada a estudiar la relación entre Canarias y América.
El edificio surge de la unión de varios inmuebles, entre ellos la casa del Gobernador, donde al parecer se instaló Colón. A través de trece salas se recorre el pasado precolombino, el paso del descubridor por la isla y se exhiben la cartografía y elementos de navegación propios de la época.
El edificio ocupa toda una manzana del barrio de Vegueta y de él destacan los patios interiores, techumbres en madera y portadas de piedra de las que sobresale por su valor la de la casa de Santa Gadea-Mansel, donde una placa recuerda que ese fue el lugar de nacimiento del gran tenor Alfredo Kraus.

Poco a poco, la ciudad conventual de los siglos XVI y XVII va cediendo protagonismo a una Vegueta ilustrada, donde sobresalen construcciones levantadas durante el seiscientos y setecientos con elementos propios del barroco, neoclasicismo y barroco canario.
Algunas de ellas se sitúan en la calle de Los Balcones, como la casa Mendoza del XVII o la del Marqués de Acialcázar, del setecientos. En la misma calle se puede visitar el Centro Atlántico de Arte Moderno.
Los aborígenes
Vegueta también guarda un espacio para los interesados en conocer el pasado aborigen de la isla: El Museo Canario. Creado en 1879 por un grupo de intelectuales, encabezados por el doctor Chil y Naranjo, atesora una interesante colección de fósiles y restos prehispánicos.
Estos últimos están expuestos en salas donde se recrea el hábitat de los antiguos pobladores, su actividad económica, creencias y rituales funerarios. El edificio se ubica en la que fue vivienda del doctor Chil, en las calles Verneau y Doctor Chil.
En esta última calle se puede visitar la iglesia de San Francisco de Borja, construida por la Compañía de Jesús en el siglo XVII, que destaca por su portada barroca, una de las más interesantes de este estilo en Canarias.
Entre balcones, portadas de cantería y calles estrechas y empedradas, el conjunto histórico esconde plazas como la de Santo Domingo, la del Pilar Nuevo o la del Espíritu Santo, de obligada visita para aquellos que marcan Vegueta en su ruta turística.
Algunas de estas plazas contaron, en otros tiempos, con pilares desde los que abastecer de agua potable a la población. Hoy han perdido esa función primigenia, aunque siguen manteniendo su otro cometido: el de punto de encuentro y reunión de los transeúntes.