Mario con gente local en India. Foto. Cedida por Mario Ruiz-Ayúcar

Mario con gente local en India. Foto. Cedida por Mario Ruiz-Ayúcar

INDIA

Un español en la India

Publicado por: BEATRIZ MAPELLI / EFETUR 18 de marzo de 2016

A punto de cumplirse un año desde que abandonara su casa, Mario Ruiz-Ayúcar descubre a los lectores de Efetur la India a través de sus ojos, esos que han presenciado por igual los grandes atractivos que esconde y la miseria más profunda gracias al trabajo solidario que realiza sobre el terreno.

Mario Ruiz-Ayúcar, español de 27 años, alza la voz para contarle al mundo la grandeza y la miseria que se respira en India, un destino que le acogió hace ya diez meses y en el que dedica su tiempo a ayudar a la gente local a través de los proyectos de la Fundación Vicente Ferrer (FVF).

Precisamente, esa oportunidad fue lo que le empujó a residir en Anantapur, en el estado de Andhra Pradesh -Sur de India- y a vivir “una de las mejores experiencias” de su “corta vida”.

Nos pone en antecedentes y nos explica que en esta región se vive una “situación difícil” debido a problemas de sequía y desertización, a la complicada vida de las mujeres y personas con discapacidad, o a la alta tasa de analfabetización.

Pero India también es sinónimo de “grandeza y variedad, de riqueza cultural y social, en el que se respira una gran libertad”. Según nos explica, las cosas suceden con más espontaneidad que en nuestro país y, aunque parece que hay cierta anarquía por la alta densidad de población, “existe orden en el aparente caos”.

Mario con niños indios. Foto. Cedida por Mario Ruiz-Ayúcar
Mario con niños indios. Foto. Cedida por Mario Ruiz-Ayúcar

Desde el punto de vista turístico, recomienda una visita al desierto de Rajastán, el Taj Majal o Varanasi, en el Norte; o los estados de Goa y Kerala, en el Sur, “ambos imprescindibles, por sus playas, su vegetación, su tranquilidad o su sabrosa y variada gastronomía”. También sugiere una visita a Auroville, “un experimento de ciudad universal creada en los años sesenta en el estado de Tamil Nadu”. Tal y como nos describe Mario, sus habitantes, procedentes de todas partes del mundo, llevan un estilo de vida “poco convencional, otorgando mayor importancia a la espiritualidad, las artes y la naturaleza”.

También nos habla de Bombay, una ciudad que le “impactó y maravilló por sus abarrotadas calles, su vida trepidante y sus mercados por doquier”. Por último, Hampi, un sitio “mágico”, con un paisaje “precioso” de carácter rocoso y una gran cantidad de templos antiguos.

Un país salpicado de recursos turísticos que despierta el interés de muchos los compatriotas que, como Mario, abandonaron su hogar para ‘echar una mano’ -o varias- en un destino que está demasiado lejos de casa; sus compañeros, unos 40 españoles entre voluntarios y cooperantes que forman “una pequeña gran comunidad española”.

En lo relativo al paladar, Mario reconoce le gusta “mucho” la comida india porque, asegura, “el picante puede ser adictivo”. Entre las especialidades locales: pollo tandori, cacahuetes con hojas de curry, dal -sopa de lentejas- o paneer -producto lácteo parecido al queso-. Todo ello, acompañado de arroces variados o de rotis (panes). Para degustarlas, nos recomienda “Naveed”, en Anantapur, “uno de los mejores restaurantes de la ciudad, situado en la azotea de un hotel, con servicio de calidad y una gran variedad de platos locales”.

Mercado de Bombay, India. Foto. Cedida por Mario Ruiz-Ayúcar
Mercado de Bombay, India. Foto. Cedida por Mario Ruiz-Ayúcar

Sobre la gente local, indica que son personas “muy directas y sinceras, que dicen sin tapujos lo que piensan. También preguntan de forma indiscreta”. De ellos, destaca su hospitalidad: “Te invitan a sus casas y te dan un grandísimo trato”. Y añade: “Son comerciantes natos, muy nobles, se toman la vida con calma, muy religiosos -la religión hindú convive con otras como la cristiana o la musulmana-, alegres, sonrientes, amantes de la música y los selfies”, apunta.

Y todo lo que nos cuenta ha tenido ocasión de descubrirlo gracias a su trabajo en el departamento de Comunicación de la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur, con el que hace “de puente con España” para contar la labor diaria que realiza la Fundación a través de su programa de desarrollo integral.

Una labor que, “sin duda alguna”, le ha cambiado la vida. “No todo es Occidente”, dice, “Europa es minoría en este mundo en el que hay más de 3.000 millones de personas pobres”. En su caso, conocer de cerca la pobreza ha sido todo “un golpe” que le ha valido para tener una mente “más abierta y comprometida”. Aprovecha la ocasión para hacer una denuncia social: “Hay falta de solidaridad en los países desarrollados, este sería otro mundo si los que han nacido en un país privilegiado colaboraran con los que desgraciadamente no lo han hecho”.

Entonando estas palabras se despide desde tierras indias. Mientras, nosotros, echamos ese cartel que dice ‘bienvenido a casa’ para recibirle en abril, un momento que coge con “ganas” por volver a reencontrarse con los suyos. Y con la suerte de regresar con un arma bajo el brazo que le dará poder allí donde le lleve la vida: la solidaridad.

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