La moda de comer sano sigue ganando adeptos y siguen proliferando locales para satisfacer a estos consumidores; ahora, en Madrid, ya se puede comer de forma rápida y con alimentos de kilómetro cero por doce euros, con propuestas de un chef que se ha formado en los mejores fogones.
Se trata de Benjamin Bensoussan, el cocinero de origen francés que ha realizado “stages” en restaurantes como Noma, Mugaritz o el Celler de Can Roca a quien los otros dos socios del proyecto le convencieron para liderar la cocina de “Honest Greens“, que abrió el 18 de abril en el 89 del Paseo de la Castellana. “No me hacía demasiada gracia hacer una carta solo de verduras” reconoce el chef, pero tras ocho meses de trabajo “porque necesitaba aprender y comer mucho de este tipo de recetas” ha quedado una lista de propuestas “muy bien montada”.

La carta cuenta con cinco propuestas de proteínas -pollo de granja, ternera madrileña, tataki de atún y falafel casero tofu- a las que se pueden añadir guarniciones frías o calientes -muchas de ellas con verduras ecológicas- en asociaciones “muy mediterráneas”, con sabores “de aquí” y alejados de otras modas internacionales.
La clave: alimentos KM 0
La calidad y el origen de los alimentos es otra de las señas de identidad de este local, que trabaja con productores de la comunidad y que hace un gran esfuerzo por ejemplo para abastecerse de carne, pues “estamos pagando hasta dos veces y media más por un kilo que con otros proveedores más grandes”. El precio no se repercute en el comensal, que sale del local con un tiquet medio de 12 euros en el almuerzo y de unos 18 euros en las cenas, porque cuando los comensales “se detienen más, piden más vino o postres”, explica.
Y mucha tecnología
La tecnología es otro de los ingrediente de la receta de “Honest greens”, pues se trabaja con una fórmula en la que el cliente hace su pedido a través de una especie de caja que conecta con unos sensores instalados en las mesas de modo que así en cocina sabe qué va para cada mesa. “Estamos en la mitad del camino entre el fast food y el servicio en mesa”, puntualiza, y gracias a la capacidad tecnológica pueden conocer datos concretos, como que cada pedido tarda unos ocho minutos en ser servidos.
Asegura que el recibimiento ha sido bueno, especialmente a la hora de la comida, con mucho personal de las oficinas cercanas e incluso deportistas, que vienen a por su comida -porque también se puede llevar a casa- después de pasar por el gimnasio.
El chef lo sabe porque la cocina es abierta y desde ella puede ver a los comensales, con un público más joven por las noches, “especialmente chicas”, y los fines de semana con un concepto más familiar.
Honestidad en una propuesta saludable que ya es tendencia en Nueva York, Los Ángeles o Sydney que ha llegado a Madrid para aumentar las opciones de todos aquellos comensales que piensan en qué consecuencias tiene lo que comen, y no solo para su salud.