Resulta interesante ser yo la que hable de las mágicas tierras de Mijas porque mi andadura en este destino me ha permitido descubrir mucho más que pescaito, playas, y oferta de ocio y cultura. He tenido la suerte de percibir un color, olor, y sonidos únicos que me convierten en la turista por excelencia de este enclave malagueño.
Mijas, hermoso destino. Esta es, quizá, la primera idea que me viene a la cabeza al pensar en este rincón malagueño, a medio camino entre sierra y litoral. Una original ubicación en la Costa del Sol que lo convierte en un polo turístico apreciado por viajeros nacionales e internacionales a partes iguales.
Entre montañas
Los visitantes que opten por descubrir los atractivos del núcleo serrano pueden disfrutar de largos paseos por rincones encalados, entre patios, jardines, ermitas, y hermosas casitas blancas que dejan una estampa encantadora con vistas al mar. Y créanme, encanto es la palabra.
Entre los imprescindibles, una visita a la pequeña plaza de toros, de forma ovalada, enclavada sobre una roca, que acoge desde su inauguración en 1900 numerosos encierros de novillos. Además, los restos de la antigua muralla árabe, abrazada por bonitos jardines verdes y por el santuario de la Virgen de la Peña -patrona del pueblo-.
Otro rincón de interés lo constituye la iglesia de la Inmaculada Concepción, de estilo mudéjar y levantada en 1836. A ella se suman la Ermita del Calvario, la Ermita del Puerto, la Ermita de San Antón, la Ermita de San Sebastián, o la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios, entre otras.

Los amantes de la cultura también se deleitarán con originales espacios como el Carromato de Max, un museo de miniaturas fundado en 1972, que permite contemplar una colección de más de 360 piezas de diversa temática en pequeño tamaño. Interesante resulta también un paseo por la Casa Museo de la Villa, un museo histórico-etnográfico que expone utensilios, obras de arte o ejemplos de artesanía local; y el Centro de Arte Contemporáneo, que permite contemplar más de 400 obras de artistas como Picasso, Salvador Dalí, o Georges Braque.
Y que nadie abandone este enclave sin disfrutar de una de sus grandes peculiaridades turísticas: los Burros Taxi. En torno a esta propuesta mijeña, muy popular entre los visitantes, se agrupan cerca de 60 burros y ocho carruajes, ideales como medio de transporte para pasear entre las hermosas casitas blancas de la localidad y para llevarse el recuerdo fotográfico de rigor.
Antes de partir hacia tierras costeras, recomiendo disfrutar de un rato de compras en los múltiples comercios que se agolpan por aquí, perfectos para adquirir algún recuerdo de artesanía local; y saborear las delicias locales en las numerosas tabernas andaluzas que esperan a los turistas con el ‘pescaito‘ como plato estrella.

En el trayecto hacia el mar, se puede hacer un alto en el camino para disfrutar de alguna carrera de caballos en el Hipódromo de la Costa del Sol, situado en la urbanización El Chaparral, y construido sobre una superficie de cerca de 400.000 metros cuadrados.
Y por fin olemos el mar y llegamos a pueblos intrínsecamente turísticos como La Cala de Mijas. Y es que, en torno a las calles blancas de esta pequeña localidad costera, se agolpan cientos de turistas ávidos de descubrir el sabor mediterráneo. Y, créanme, este es uno de los rincones perfectos para ello.
Cuenta con supermercados, comercios, y una Torre Vigía que corona la localidad y que sirve como Centro de Interpretación y Oficina de Turismo. En su interior, los visitantes pueden descubrir un museo que analiza la importancia, funcionalidad e historia de las Torres Vigía que salpican el litoral mijeño.
Pero el mayor reclamo turístico de la localidad es, sin lugar a dudas, su popular playa, con una longitud de 1.258 metros. Y no es de extrañar teniendo en cuenta que invita a disfrutar de un rato de sol sobre la arena fina, de largos paseos por la orilla, y de numerosos deportes acuáticos.

Esta playa cuenta, además, con seis chiringuitos, ideales para descubrir los sabores autóctonos y las señas de identidad de estas tierras andaluzas. Entre manteles de papel intercalados en la arena resulta tentador optar por los famosos espetos de sardina, al tiempo que se saborea una buena caña de cerveza y se disfruta de las vistas al mar. Otras especialidades de la zona son el salmorejo, el gazpachuelo o la ensalada mijeña -compuesta de patatas, bacalao, naranjas, cebolletas y aceitunas-. Y para los más golosos, dulces típicos como los buñuelos y los hornazos, todos ellos heredados del pasado árabe.
Pero el de La Cala no es el único arenal que extiende por el municipio. Otros, repletos de servicios pensados para grandes y pequeños, son El Ejido, el Peñón del cura, la playa del Faro de Calarrubias -que toma su nombre del faro aéreo marítimo que se sitúa a sus espaldas-, el Charcón, Playa Marina, El Chaparral o El Bombo.
Y se puede terminar la jornada disfrutando de uno de los fantásticos atardeceres que ofrece el lugar, mientras se pasea por el Sendero Litoral, una pasarela de madera paralela al Mediterráneo, ideal para amantes de las caminatas playeras y para contemplar los atractivos de distintos núcleos costeros del municipio.
Y así, a medio camino entre el día y la noche, entre los colores que dibuja el cielo, el sonido que producen las olas, y ese olor que habla de leña y arena mojada, se puede poner el broche de oro a una jornada que termina, a buen seguro, con una afirmación unánime: Mijas, hermoso destino.