Los amantes del arte tienen cita en Albi. Los viejos puentes sobre el río Tarn, las casas medievales y sus callejuelas en cuesta son una elección perfecta para una escapada cultural que tiene parada obligada en el Palacio de la Berbie, actual Museo de Toulouse-Lautrec.
Fue precursor del cartel publicitario, un innovador de su época y símbolo de la bohemia francesa de finales del siglo XIX. Nadie quiso saber nada de su obra cuando murió, pero hoy vale millones. El museo de Albi, su ciudad natal, es un tesoro en el que se custodian más de 2.500 piezas del artista.
El marco es el Palacio de la Berbie, una joya episcopal del siglo XIII. Las obras ocupan sus salas desde 1922, cuando se convirtió en una galería. En 2001 se reabrió como museo y ha continuado su proceso de ampliación hasta 2012.
El museo exhibe desde sus primeros cuadros de juventud hasta los famosos carteles de los grandes cabarets parisinos.
Entender al artista
Era jovial y testarudo, según le representan los retratos de distintos amigos artistas que abren la exposición del museo. Si paseamos por estas salas podemos entender mucho acerca del pintor, a quien muchos identificamos con el Moulin Rouge. Las largas horas que pasaba en los cabarets se tradujeron en innumerables obras. Pintaba a todas horas, en cartones o servilletas que le servían para trazar bocetos. Sus retratos reflejan una mirada madura y a veces triste hacia la condición humana, quizá como consecuencia de ese accidente que sacó a la luz su enfermedad, probablemente por la consanguinidad de sus padres.

A los 14 años se cayó de una escalera en su casa y se rompió las dos piernas; a partir de ahí, su destino estaba marcado, acelerado por los placeres mundanos y el abuso de alcohol. Murió a los 37 años en casa de su madre, en Gironde.
La segunda planta del museo está dedicada a artistas coetáneos, algunos de la talla de Matisse o Dégas, que nos ayudan a entender un poco más sobre el artista y sus influencias. La fuerte ebullición artística de la época y sus circunstancias personales le llevaron a crear un estilo propio, inconfundible y polifacético. Eso sí, después de ese paseo por sus obras, quizá sigamos recordándole como el artista de los carteles.
En diez años hizo 36 carteles, que hasta hoy siguen reproduciéndose en todo tipo de soportes, con bailarinas como “la Goulue” o Jane Avril, artistas como Aristide Bruant o Valentin “le desosé” –el deshuesado- un famoso vividor de la época. Curiosos personajes que quizá marcaron el inicio del cartel como medio de comunicación.
Del 6 al 11 de diciembre, el museo propone visitas guiadas en español. ¿A qué esperas?
Comer en “Le Lautrec”

Para completar la visita, te proponemos una parada en el restaurante Le Lautrec, un cuidado bistrot situado enfrente de la casa natal del pintor –hoy vivienda particular, que desgraciadamente no podemos visitar- que nos ofrece una cocina irresistible de mercado, local y tradicional.
No os perdáis el “Cassoulet de Morue”, una variante del tradicional “Cassoulet”, plato estrella del Languedoc y de Midi-Pyrénées. Está hecho a base de alubias blancas o frijoles, pero en Albi cambian la carne por el pescado. El fuerte arraigo clerical de esta zona lo imponía durante la cuaresma, así que desde entonces el cassoulet de Albi se cocina con bacalao. Es más ligero, meloso y con una textura muy particular. De martes a sábado el restaurante ofrece un menú de mercado muy económico, con el que podemos degustar otros platos típicos de la región. Todo regado con vinos de Gaillac… ¿Quién puede resistirse?
Toulouse-Lautrec en el cine
Y si después de este recorrido aún quieres saber más sobre este artista, un buen vehículo es el cine. Su carácter y su obra se inmortalizaron en “Moulin Rouge” (1952), de John Houston, y en la versión moderna de Baz Luhrmann, “Moulin Rouge!” (2001). Para adentrarte a fondo en su biografía, no te pierdas el biopic “Toulouse-Lautrec” (1998), de Roger Planchon. Un buen plan para evitar la depresión post-vacacional después de tu viaje.