La alimentación ecológica gana posiciones en los hogares año tras año, del mismo modo que aumenta la extensión de la tierra dedicada a su cultivo, pero este entorno de pujanza choca con el desconocimiento que la población tiene para definir, por ejemplo, qué es realmente lo orgánico o qué aporta.
Los alimentos ecológicos son tendencia, como demuestra el aumento de referencias en los lineales y de compras fuera y dentro del hogar, pero los jóvenes tienen serios problemas para llenar de contenido el concepto “ecológico”: Lo ven “etéreo” y por lo tanto tienen una idea vaga sobre el mismo, asegura a Efeagro la profesora de Ciencias Naturales, Carmen González.
González ha participado en Granada en un debate con jóvenes sobre producción ecológica, organizado por la Oficina del Parlamento Europeo en España, y asegura que sus alumnos (de entre 10 y 14 años) vinculan los alimentos orgánicos con aspectos sanitarios al considerar que son más saludables que el resto.
La mayoría, sin embargo, no es capaz de ir más allá; es decir, de vincularlos, por ejemplo, con prácticas agrícolas más respetuosas con el medio ambiente, señala la profesora.
Desde dicha Oficina del PE, su directora, María Andrés, coincide en que hay “mucha desinformación en la sociedad” entre “qué es agricultura ecológica y convencional”, y en que se asocia comida orgánica con salud y “no tanto con sostenibilidad medioambiental”.
Por lo tanto, se antojan fundamentales más campañas de información y transferencia de conocimiento, una necesidad para la que la Unión Europea (UE) está redoblando esfuerzos con jornadas divulgativas con especialistas, políticos, investigadores, productores y medios de comunicación.
Vinculado erróneamente con salud
En la celebrada en Granada, la dietista y nutricionista Ana Molina abordó esa idea general de que lo orgánico es más saludable y recordó que, a día de hoy, “no hay una evidencia sólida” de que eso sea así.
Un argumento parecido mantiene la vicepresidenta de la Asociación española de Agroecología, María Dolores Raigón, para quien todavía hacen falta estudios y evidencias antes de llegar a esa conclusión.
“Sí parece”, reconoce Raigón, que la comunidad científica está “muy de acuerdo” en que los alimentos ecológicos aportan más antioxidantes y que las cargas químicas que entran al organismo provienen de la alimentación convencional.

Hasta ahora, uno de los estudios que más ha profundizado en este asunto ha sido el del Centro de Investigación en Epidemiología y Estadística de la Sorbonne (París), cuyos investigadores observaron que el consumo regular de alimentos orgánicos puede reducir un 25 % el riesgo de padecer cáncer; pero insiste: “Se necesita más información”.
Raigón lo tiene claro: “Si la agricultura ecológica mira a algún sitio, ése es hacia el medio ambiente. Por ejemplo, busca que el suelo agrícola sea un ente vivo“, alejado del uso de fertilizantes químicos que provocan una “destrucción de la microflora y la microfauna”.
Nuevo reglamento en 2021
En la Estación Experimental del Zaidín (CSIC) colaboran en el proyecto MIRA, cuyo objetivo es potenciar la interacción de las plantas con insectos que las protegen de las plagas: es decir, que se utilicen controladores biológicos de plagas en lugar de los químicos de síntesis (fertilizantes).
En el centro, tienen abiertos también programas relacionados con la producción de leche sostenible en sistemas ecológicos y en extensivo (Isage) u otro de empleo de extractos de plantas en alimentación animal ecológica (Boalvet).
Todo esto en un contexto de un nuevo reglamento comunitario sobre producción ecológica, que entrará en vigor el 1 de enero de 2021 y que establecerá controles más estrictos en toda la cadena, una competencia más justa respecto a terceros países o procedimientos de certificación más fáciles para los pequeños agricultores.
La producción en ecológico es imparable: la superficie dedicada a ello haya crecido un 70 % en la última década en la Unión Europea (cerca de 13 millones de hectáreas) y España se mantiene como líder comunitaria, con casi dos millones de hectáreas.
Ahora el reto es acompasar ese crecimiento productivo con un flujo de información veraz que llegue a todos los consumidores interesados en los alimentos “eco”.