Convencido de que lo le pasara a Isla de Pascua acabaría sucediéndole al planeta entero, el comandante Jacques Cousteau soñaba con reforestar “El Ombligo del Mundo”, un proyecto que ahora se hará realidad gracias a un acuerdo entre la fundación que lleva su nombre y el Gobierno de Chile.
En 1976, Cousteau realizó un viaje a esta isla polinesia situada a 3.500 kilómetros del Chile continental y conocida mundialmente por sus moais, las gigantescas y hieráticas estatuas que circundan toda la costa.
El famoso explorador francés quedó fascinado por la belleza natural del lugar, pero también se percató del peligro que suponía la erosión a la que estaba sometido.
“Para él, Rapa Nui era como un pequeño planeta en medio de un océano grande y hostil, igual que la Tierra en medio del Universo”, relata su viuda, Francine Cousteau, de visita en Chile.
En la actualidad, los recursos naturales, terrestres y marítimos de la isla están en grave peligro debido a que más del 90 % de su superficie se encuentra afectada por algún grado de erosión.
Además, menos de un 5 % de la superficie total tiene cobertura arbórea, lo que ha supuesto una gran pérdida de la biodiversidad debido a la extinción de numerosas especies nativas y endémicas de gran valor agrícola, ambiental y medicinal.
Un sueño hecho realidad
En 2010, cuando se cumplió el centenario del nacimiento del famoso investigador y buzo oceanográfico, Francine le hizo llegar por medio de su hijo Pierre Yves Cousteau una carta al presidente de Chile, Sebastián Piñera.
En esa misiva, la viuda del comandante Cousteau le recordaba el sueño de su marido de reforestar Isla de Pascua, un desafío, que para sorpresa suya, el mandatario chileno aceptó y que esta semana se hizo realidad mediante la firma de un convenio entre la Corporación Forestal de Chile (Conaf) y la Sociedad Cousteau.
Ahora, las autoridades chilenas se encargarán de la realización técnica y de aportar algunos recursos y la fundación que lleva el nombre del famoso explorador francés emprenderá una campaña internacional para captar fondos destinados a la reforestación.
El objetivo fundamental es recuperar el equilibrio ecológico de Rapa Nui, incluyendo los suelos, el agua de lluvia, la recuperación de las praderas, la forestación y la lucha contra la erosión.
Además de recatar 1.400 hectáreas de suelo, el programa busca concienciar a locales y turistas de la situación de la zona
El programa, que en una primera fase contempla el rescate de 1.400 hectáreas, también pretende fomentar el interés por la recuperación de los suelos erosionados entre los 5.000 habitantes de la isla y los 67.000 turistas que la visitan anualmente.
Según el Gobierno chileno, los pascuenses se muestran ilusionados con esta iniciativa y están muy dispuestos a colaborar.
La larga historia de la degradación de los hábitats de Isla de Pascua se ha traducido en la desaparición de diversas especies arbóreas originales y de otros tipos.
El “desierto rojo”
El asentamiento polinesio inicial y su posterior desarrollo a finales del siglo XIX ocasionaron profundos cambios. Las áreas de pradera aumentaron y la superficie arbórea disminuyó a medida que el cultivo y la explotación forestal se expandían.
Durante gran parte del siglo XXI, la ganadería extensiva de ovejas redujo la mayor parte de la isla a un extenso terreno de pastoreo. Actualmente, las más de 6.200 cabezas de ganado vacuno y caballar han reemplazado a las ovejas y contribuyen aún más a la erosión del suelo.
El 10 por ciento de los 163 kilómetros cuadrados de la isla ha perdido la capa orgánica. Rapa Nui se está convirtiendo en un “desierto rojo” contra cuyo avance luchan la Conaf y la Sociedad Cousteau.
La protección, la recuperación y el manejo sostenible del patrimonio natural de Isla de Pascua son elementos decisivos para el desarrollo económico de sus habitantes, recalca Francine Cousteau.
Durante años, el problema ha sido invisible a los ojos del mundo pues las zonas más erosionadas estaban alejadas de los espacios turísticos
En efecto, la gestión sostenible del patrimonio cultural de Rapa Nui es vital para la pervivencia de la actividad económica fundamental de los isleños, el turismo.
Además, el estado de los recursos naturales, terrestres y marítimos de la isla condicionará la seguridad alimentaria de la isla en un futuro cercano.
Afortunadamente, los sectores más erosionados están alejados de los lugares frecuentados por los turistas, que son los yacimientos arqueológicos situados a la orilla del mar, ya que la zona desértica se ubica en las laderas de las montañas.
Quizás por ello, el problema fue invisible durante años a los ojos del mundo occidental y tuvo que ser el comandante Cousteau el que diera la voz de alarma. Ahora, su fundación trabajará por hacer realidad su sueño.