El vino, consumido con moderación y junto a alimentos, tiene un efecto beneficioso asociado a la disminución de eventos cardiovasculares, según la catedrática del Departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimentación y Gastronomía de la Universidad de Barcelona (UB), Rosa María Lamuela-Raventos.
Esta experta, que también dirige el Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria de la UB, incidirá en ello durante su participación, el próximo jueves, 21 de julio, en el curso de verano de la Universidad Complutense “El reto de la sostenibilidad en la cadena alimentaria. Caso práctico del vino”.
Su ponencia lleva se desarrollará bajo el título de “El papel del vino dentro de la dieta mediterránea como estilo de vida saludable”.
En una entrevista con Efeagro, ha explicado que el estudio Predimed (Prevención con dieta mediterránea), ya se constató científicamente que la ingesta moderada de vino, al igual que la de aceite de oliva o la de frutos secos, está asociada a la “disminución del colesterol malo y el aumento del colesterol bueno”.
Lo recomendable es una copa diaria de vino para las mujeres y dos para los hombres con la comida o la cena.
Eso sí, ha alertado de que siempre que se habla de un producto que contiene alcohol, “hay que ser muy precavido con el mensaje e ir con cautela”, porque es una sustancia que “en exceso puede ser muy peligrosa” y contraproducente, sobre todo para personas en estado de gestación o con una enfermedad hepática.
A su juicio, lo recomendable es una copa diaria de vino para las mujeres y dos para los hombres con la comida o la cena.
Ha explicado que “el vino ha sido un elemento característico de la civilización, historia y cultura mediterránea” desde tiempo inmemorable, según los restos hallados en ánforas y que, tras las últimas excavaciones arqueológicas, sitúan a sus primeros elaboradores en los actuales territorios de Irak y Turquía.
Más tarde -han continuado- las poblaciones asentadas en la zona del Mediterráneo con vida agrícola plantaron viñedos y, tras la fermentación espontánea de las uvas, elaboraron vino, una costumbre que se fue transmitiendo a las civilizaciones egipcia, griega y romana.

Lamuela-Raventos ha confirmado que en la actualidad la comunidad científica mundial sostiene que la dieta mediterránea es la más saludable a nivel nutricional y gastronómico.
Además de la gastronómica, otra de sus ventajas es “la sociabilidad que comporta el patrón mediterráneo: podemos cocinar juntos y después comer un arroz o una fideuá, un hábito que no debemos perder y que hay que potenciar”.
Ha puesto como ejemplo que en Estados Unidos se estudia que se impartan clases de cocina en los colegios para que los niños se habitúen a cocinar en familia y así adquirir una forma de vida más saludable, engordar menos y controlar más la diabetes.
Ha asegurado que en dietas para perder kilocalorías, el patrón mediterráneo tiene la ventaja de que, cuando se introduce, resulta atractivo tanto a nivel gastronómico como del consumidor por su gran variedad de ingredientes, lo que invita a continuar con él después de terminar el régimen.
Además, ha apuntado, la producción de alimentos de la dieta mediterránea es muy sostenible y de proximidad, como lo demuestra el cultivo español del olivar para elaborar aceite de oliva extra virgen, que no utiliza disolventes orgánicos.