Las floristerías no sólo mantienen un establecimiento, sino que además cuidan y mucho la “multicanalidad a la hora de comprar”: ahora el 30 % de los pedidos ya se realiza a través del teléfono e Internet, “un porcentaje que se va incrementando porque el producto se presta a ello”.
Así lo apunta en una entrevista con Efeagro la directora de la Asociación Española de Floristas (AEFI), Olga Zarzuela, quien se muestra convencida de que las tiendas de flores están aumentando sus esfuerzos por mejorar “ese otro escaparate que es la venta on line“.
Estos formatos de ventas han consolidado a su juicio el envío de ramos a otras localidades o países, que ya es “una práctica tradicional”, y ha permitido al florista “comprar directamente a productores holandeses“, cuya oferta es “competitiva en precio”.
“El florista cada vez puede buscar más y seleccionar la flor y su calidad” en una actividad en la que “se ha incrementado mucho la importación” desde Holanda, Colombia y Ecuador, y que no se podría abastecer sólo con el producto español, que es insuficiente y hecho por “empresas de carácter familiar” y “menos competitivas”, añade.
La floristería, un negocio con proyección
Para la directora de Aefi, la floristería “es un negocio con proyección en el que hay que trabajar mucho, innovar cada día, adaptarse a los cambios que se están imponiendo y actualizarse en nuevas tecnologías”.
A finales de 2015, España contaba con 5.419 floristerías -195 más que un año antes– y “paulatinamente se va incrementando” su número, con una facturación anual media de 120.000 euros; el número de afiliados a esta actividad comercial es de 29.956, de ellos 15.527 autónomos y 13.529 trabajadores por cuenta ajena.
De las ventas, la flor representa el 70 %; el 25 % son plantas y el cinco por ciento restante corresponde a productos de decoración, según los datos de Aefi.
Desde su punto de vista, lo que más preocupa al sector es que su “importante potencial” continúe y las floristerías se mantengan tras sufrir por la crisis “ajustes de plantilla” -de dos a 0,9 empleados por establecimiento- y “recortes de márgenes“, más que un descenso de puntos de venta.

Detalla que los “peores años de la crisis” fueron 2013 y 2014, en coincidencia con la subida del IVA para el sector del 8 al 21 %, y reconoce que fue un “un balón de oxígeno” su bajada al 10 % en enero de 2015, después de dos ejercicios en los que el empresario asumió ese coste ya que no lo pudo trasladar al consumidor.
Concentración de ventas en tres días
Para una floristería son “esenciales” tres días para “mantener el negocio abierto”: Todos los Santos, el Día de la Madre y San Valentín, que representan, respectivamente el 15 %, el 12 % y entre el ocho y 10 % de la facturación anual del sector, según Zarzuela.
Por ello, critica la “competencia ilegal que no está sometida a cargas fiscales y sociales como cualquier empresario” y aparece esos tres días, y que “depende de dónde se ubique pueden suponer para la floristería entre un 10 y un 20 % menos de ventas”.
Zarzuela considera “residual” la competencia de hipermercados y supermercados, que sí que aumenta en estas tres celebraciones con un “servicio y producto totalmente diferente del de una floristería”; los “garden center” tampoco son en su opinión “una gran competencia”, ya que están centrados más en la planta y el árbol.
Duración de la flor
“Las flores y plantas en una floristería tienen unas condiciones ambientales óptimas, con una temperatura y luz adecuada”, que se traduce en una “mayor duración de la planta y la flor”, defiende.
El florista, remarca, ofrece composiciones florales con nuevos materiales como la parafina, realiza servicios integrados para celebraciones con varios entornos como las bodas o hace realidad un arreglo floral que el cliente ha visto en Internet.