Ella lo llama "matrimonio"; Elena Pulido, una bióloga cordobesa que hace de "celestina" entre los árboles y el hongo de la trufa en una unión que permite la reforestación y la revalorización de la masa forestal.
De esta forma tan metafórica explica Pulido a Efeagro su labor diaria en Priego de Córdoba, donde posee un vivero convertido donde inocula el hongo de la trufa a especies arbóreas como encinas, alcornoques y avellanos.
El proceso de inoculación -por el que el árbol modifica sus raíces para incorporar este hongo- se llama micorrización y Pulido es una de las pioneras españolas en esta técnica, en auge gracias a la creciente demanda de este producto, tan apreciado en la gastronomía.
De su vivero salen plantas micorrizadas a "cualquier parte de España", porque la población "se empieza a dar cuenta del potencial de la trufa", económica y medioambientalmente, detalla.
Según su experiencia, la encina es el árbol "más fiel" con la trufa, porque a los siete años de su plantación comienza a producirlas en su base y permanecerá así hasta cuatro décadas.
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