Este vienes entra en vigor el límite de sal que puede contener un pan común -13,1 gramos por kilo- y desde la industria panadera explican que si se supera, la pieza debe tributar con un IVA del 10 %.
Este vienes entra en vigor el límite de sal que puede contener un pan común -13,1 gramos por kilo- y desde la industria panadera explican que si se supera, la pieza debe tributar con un IVA del 10 %.
Asunción Coyo es maestra de profesión pero desde hace más de tres décadas regenta una panadería artesanal en Noales, un municipio oscense de 22 habitantes, donde amasa con tesón elaboraciones de pan de calidad personalizadas para cada cliente a quien le lleva en persona sus productos.
La industria de la panadería, bollería y pastelería industrial ha recuperado su buen funcionamiento, su mercado y espera igualar las cifras de antes de la pandemia, pero está ahora “preocupada por la tremenda subida de los costes” derivada del alza de los precios de cereales, electricidad y gas.
Cuando Domi Vélez tenía 18 años y dejó los estudios en el desaparecido COU nunca pensó que tiempo después sería campeón del mundo del sector panadero, y que lo haría sin moverse de su pueblo, en el sur de la provincia de Sevilla, donde cada noche abre su obrador para dar el mejor pan al amanecer.
A punto de celebrarse el 29 de septiembre el Día de Concienciación contra el Desperdicio Alimentario, casas de comidas, fruterías o carnicerías se organizan para sumarse a los hogares en la lucha contra una lacra que en 2019 supuso 1.352 millones de kilos de alimentos desechados según cifras oficiales y lograr el “desperdicio cero”.
“Una localidad sin panadería es solo una urbanización”; así defienden los panaderos su papel en el territorio rural, donde no son sólo un negocio sino una herramienta para luchar contra la despoblación y como tal el sector pide que no se les abandone.
Tres cuartas partes del negocio de la panificación y pastelería industrial -el 72,2 % del mercado- está en manos de diez empresas con ingresos superiores a cien millones de euros.
La nueva norma de calidad del pan ha levantado ampollas en parte del sector alimentario al definir de forma más estricta las características de cada producto, lo que en la práctica obligará a las empresas a reformular recetas o dejar de usar determinadas denominaciones comerciales.
Los productos de panadería, bollería y pastelería elaborados con masas congeladas registraron un nuevo repunte en 2015 y siguen ganando terreno. Cifras positivas en facturación (+4,4 %) y en volumen (+3,2 %).
roducir 7.000 “baguettes” por hora y conservar toda la esencia de la artesanía panadera francesa es un reto cuyo éxito es difícil de imaginar, pero que encuentra el equilibrio en una fábrica de la multinacional Délifrance a 240 kilómetros al norte de París.